ESTACIONES – Manuel González Guerrero
Por Manuel González Guerrero Rodríguez Manzaneque
No me ha resultado fácil establecer un hilo conductor entre los poemas elegidos, pues son, en general, muy variopintos. Sin embargo, conociéndome, si es que he llegado a hacerlo en tantos años, aunque fugaces, de mi vida, creo que puede haber algo que los vaya engarzando, aunque solo sea con una sutil hebra, atendiendo a las diversas estaciones de mi yo espiritual o emocional, como queramos llamarlo, pero siempre sobre la cuerda floja, bien sea temperamental, romántica, nostálgica o reflexiva… De este modo, hay algo común en todos ellos, cuando no más de uno de dichos ingredientes.
Calíope lo he elegido el primero como canto a la poesía desnuda, y humilde tributo a Juan Ramón Jiménez, de cuyo numen está tomada la raíz original del poema.
En los demás, el avezado lector podrá seguir, seguro, la susodicha hebra que lleva de un poema a otro.
Calíope
Me acerqué a tus orillas
y en la noche de plata
creí que ya eras mía.
Tus aguas traicionadas
por densos nubarrones
turbaron mi pasión.
Volví noche tras noche,
mas eché en falta siempre
tu espejo inmaculado,
ahora pleno de brumas.
Y te entregabas
a sortilegios ciegos,
caricias sensuales,
adornos de negrura.
¡Depravada Calíope,
tantas veces cantada!
Tu zafiedad me hiere.
Dormido en tus orillas
llegó el amanecer.
Las brumas se extinguieron.
Entonces desperté.
Y al fin, apareciste.
Venías sin los disfraces
de las aciagas noches,
ornada con las galas
de la naturaleza.
Y aspiré tus perfumes.
Y te amé más que nunca.
Fotografía
El encuadre, perfecto.
El mar, a tus espaldas,
a medida, como telón de fondo,
realza la corona de tu pelo,
tu profunda mirada luminosa,
tu sonrisa serena.
Y mis ojos sedientos
se bañan
siempre que te contemplo,
en ese mar inmenso y milagroso,
que sosegó mis días.
Siempre que te contemplo… Desde entonces…
Senilidad
Si alguna vez, amigo, te pregunto
dónde la suerte puso mi memoria,
si en Albacete, Toledo o Soria,
del momento gracioso en este punto,
no te rías y tómate el asunto
como una parte de tu misma historia,
que repetirse puede en esta noria
que es la vida fugaz en su conjunto.
Piensa que lograrás un bien supremo,
los tiempos que pasaron recordando
junto a aquel compañero de tus días,
ya sin timón, sin luces y sin remo,
que apenas te lo pide musitando
antes de colocarse en muerta vía.
Lejanía…
A mis ojos cansados, las quimeras
aparecen envueltas en la bruma
de un tiempo de ilusiones y de anhelos,
disipado como sutil espuma
del río que es la vida en las laderas,
sin alcanzar aquellos altos vuelos,
deseados con desvelos;
mas de poco sirvieron,
ansia de nada fueron.
En mi cruda y contumaz carrera,
no gané glorias que ofrecer pudiera.
En mi mundo me encuentro, sosegado;
ahora, nada me espera,
ya todo lo que soy, soy mi pasado.
Pesadilla…?
No nos bastó a muchos que aún estamos
la inacabable cruz de la posguerra,
por una dictadura rubricada,
infame, cruel y ahíta de cadenas.
Mas tuvo que morir aquel tirano
para empezar a andar por nuestra cuenta
y no, en efecto, por caminos llanos,
sino con gran denuedo y entereza.
Por derecho ya estamos en Europa,
dormidos sin saber qué nos espera,
y al despertar nos vemos con espanto
sumergidos en otra mundial guerra.
Avaricia, intereses comerciales
son los males que al ser humano acechan.
Del mundo la cordura está vacante
en todos los confines de la tierra.
No siento yo por mi tal coyuntura,
mal que bien ya llegué a provecta fecha.
En la familia que he engendrado pienso,
y en los amigos que mi vida llenan,
en la gente que a diario me saluda,
en los parques donde los niños juegan,
en el mundo, allá donde se sufre…
¡Todo el dolor universal me afecta!
San Sebastián 13 de febrero de 2023
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