LA SIESTA CON LA ABUELA TERESA

Por M Inmaculada Quero

En la casa de los abuelos de Valladolid después de comer nos teníamos que ir a echar la siesta. Recuerdo que a mí me tocaba ir a una alcoba donde había una cama muy grande con el cabecero de barrotes de hierro y con un colchón de lana, de esos que cuando te acostabas parecía que te comían, era como si te absorbiera, y daba mucho calor.

Mi abuela Teresa se acostaba conmigo, como ella pesaba más … yo me resbalaba por ese colchón que me absorbía hacia el lado de mi abuela, y no hacia más que intentar escalar para salir de su hueco, cosa bastante difícil.

Sudaba y sudaba en aquella cama, entre el ejercicio para no estar pegada a mi abuela, el calor del colchón de lana que aprisionaba, y que en las alcobas no hay ventilación, total: imposible dormir.

Pero mi abuelita en cuanto se tumbaba, respiraba profundamente un poquito, dos o tres veces y enseguida se ponía roncar: brrrrrrrrrrrr, agggggggggggg, ¡¡¡¡¡¡brrrrrrrrrrrr!!!!!!

Esos ronquidos me impedían tranquilizarme, porque a veces eran tan fuertes que me asustaban, intentaba dormirme, pero como ya os he dicho era imposible entre tanto calor y tanto ronquido. Tampoco podía levantarme, porque a mí me tumbaba en el rincón, al lado de la pared, para salir de la cama tendría que saltar por encima de mi abuela…

Una tarde, intentado salir de la cama, por la parte de los pies, a cuatro patas, iba saliendo despacito, también hacia ruido el somier de muelles… no quería despertarle, estaba roncando como una mamá osa …y de retente dijo (con voz de trueno):

– Niña, ¿qué haces? ¡Que no paras quieta ni un momento!

¡Que susto me dio!, me había pillado en mi intento de escapada, medio temblando le contesté:

-Es que… abuela… roncas mucho y no me dejas dormir.

Ella muy seria, y un poco enfadada, me contestó:

– ¡Como voy a roncar si todavía no me he dormido!, ¡ven aquí y no te muevas!

Volví a mi sitio en la cama en la esquina de cara a la pared, me quedé calladita y quieta, algo triste por no haber conseguido la huida.

Pero en aquella siesta descubrí que mi abuela Teresa sabía hacer una cosa muy especial: roncaba muy fuerte sin estar dormida.

 

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Esta entrada tiene un comentario

  1. María Carmen

    El relato me ha gustado mucho. Me ha parecido simpático y entretenido.
    Al igual que me pasó en mi ejercicio, que se me coló una “s” por una “c” sin darme cuenta , creo que te paso lo mismo al faltarte una “a” cuando dices:
    -“se ponía roncar”, Y entiendo que : de retente es de repente.
    Estas son las cosas que me dan mucha rabia cuando me pasan, pues suelo ser muy exigente.

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