LOS HOMEOMORFOS – Celia Rosa Pérez Hernández

Por Celia Rosa Pérez Hernández

1º Relato

Derek se levantó al amanecer, el sol amarillento empezaba asomar en el horizonte iniciando un nuevo día; era como un haz de esperanza y tranquilidad. Recogía las cosas que necesitaban para cazar, conseguir comida, la comunidad tenía escasez de alimentos ya que la cosecha se había destruido por la sequía.  Después de varias horas hallaron un jabalí enorme, rápido, escurridizo; Derek y sus hombres con una férrea lucha lo aplacaron.

Después de varios días fuera de casa habían recolectado lo suficiente para varios meses.  Caminaba lentamente deseando llegar pero a su vez temiendo que su vuelta a casa no fuera lo que esperaba; los recuerdos se agolpaban en su mente, el Apocalipsis les golpeaba desde hacía varios años. Se detuvo sus ojos azul intenso escudriño los alrededores, unos pájaros remontaban su vuelo desde el río cercano.  Siguieron su cuerpo esbelto, envuelto en ropa sucia y malgastada, espalda ancha, brazos robustos con manos curtidas por los años, cabello oscuro hasta los hombros, caminar decidido con una determinación que la experiencia le da.

Derek vivía con sus padres y hermano en el anonimato gris anodino donde las personas se ven obligadas a arrasar existencias desagradables respirando suciedad y horror.  Se crió en las calles de padres borrachos falleciendo su madre en un incendio cuando tenía catorce años, hacía tiempo que no veía a su hermano; Aprendió a vivir solo en el bosque, alimentarse, protegerse y defenderse.

Se divisó la comunidad, los centinelas bajaron sus armas al reconocerlo, abrieron las puertas le rodearon preguntándole si había novedades:

¡No!  respondió

Era suficiente, no era hombre de muchas palabras.

¿Dónde está mi mujer?.Le contestaron.  Se acercó donde estaban los niños jugando, apoyado en una mesa limpiaba su cuchillo de grandes dimensiones.  Podía verla, su cabello largo rubio casi blanco cubría su espalda, no muy alta, delgada con vestimenta estropeada, ojos azules tiernos pero desconfiados, su tez clara iluminada por el sol con genio y figura hasta la sepultura.

Su mente se desvió pensando cómo la había conocido:

Marian era enfermera de Urgencias con un turno rotatorio, el día que los «seres» atacaron la ciudad de Los Ángeles trabajaba de noche. El servicio estaba petado un ir y venir de personas esperando ser atendidos.  Los médicos no daban a basto reclamando su ayuda, se acercaba a uno de ellos cuando un individuo la agarró por la camiseta de su uniforme tan fuerte que cayó encima de él murmurando:

¡ Ayuda !

No pudo evitar el olor a bebida que desprendía de su boca más el olor corporal sucio, con barba grande.

¡No tardó el señor!.

Cuando acabó la ira de urgencias Marian con su café en la mano se encaminó al parque enfrente al hospital, sentada en un banco respiraba el aire frío de la noche, después de un rato decidió volver al trabajo, cruzando la calle un temblor sacudió los alrededores, miró al cielo, una luz descomunal encendió la ciudad junto a un impacto ensordecedor. Pareció calmarse cuando de pronto, a lo lejos, divisó algo que caminaba y la seguía. La luz le molestaba pero cuando pudo ver aterrorizada unos animales que parecían perros, pero no lo eran, no tenían pelo, rosáceos, tamaño considerado, boca grande con dientes afilados, rabo mediano como látigos, patas con grandes pezuñas.

Empezó a correr dirigiéndose al hospital, la puerta de cristal de acceso estaba cerrada, no se abrió al instante, cuando se abrió entró, los seres se lanzaron rompiendo cristales entre gritos de terror. Marian escondida bajo un mostrador temblaba de miedo con ojos como platos era testigo del horror de aquellos pacientes devorados. El indigente se cubría bajo una camilla y luchaba por su vida con un machete enorme le dio un tajo en el cuello a uno de ellos.

La reyerta se mantenía, Marian quería huir no tenía alternativa, cuando los seres estaban completamente distraídos con la llegada de más personas, los acribillaban sin más, uno de ellos vio a Marian y fue hacia ella pero el indigente le advirtió un segundo antes y alcanzó hurtar el cuerpo echándose a un lado.  Pudo salir, se conocía el hospital  como si fuera su casa, por un atajo.  Un esplendor la envolvió y los cabellos le brillaron a la luz del sol naciente.

Así empezó todo, las primeras visiones de estos seres causó miedo, terror, histeria, la agresión de estos animales no ocultaba la actitud de repugnancia con la que el inquilino de la Tierra acogía la noticia de civilizaciones extraterrestres; les atraía la muerte, la sangre, el dolor, descubriendo con el tiempo que su energía procedía de conseguir estos elementos y su poder de transformarse en humanos.  Conociendo su verdadero nombre HOMEOMORFOS.

Marian intentó llegar a su casa, cubriéndose para no ser descubierta, tropezaba con soldados bien armados que intentaban liquidarlos, la sangre fluía a por doquier llegando a Marian a su rostro, sintiendo la primera herida en su brazo que le hizo doblarse de dolor. A su lado cayó un soldado muerto, no tenía fuerza para utilizar su brazo, con las lágrimas corriendo por sus mejillas por lo indefensa que se sentía echó a correr sin saber dónde cuando una furgoneta le cayó encima.

Se despertó, dónde estaba, oía voces sus ojos se abrieron estaba adormilada por los calmantes, cuatro personas la miraban sonrientes.

-¿Querida estás bien ?

-¿Dónde estoy?

-Mi marido te atropelló con el coche y te hemos dejado en casa pues el hospital es un caos.

Miró su herida cubierta de vendas, aún recordaba el impacto del proyectil en la piel donde la presión por el fogonazo le causará una quemadura. Intentó levantarse pero la familia se lo impidió.

– ¡Descansa querida!  Te traeré algo de comer. Los cuatro se retiraron.

Se levantó, aprovechando miró por la ventana, llovía, se vistió y bajó las escaleras, miraba las fotos distribuidas por los estantes y repisas, se sentía extraña y desconfiada se acercó a la cocina, se detuvo en el umbral de la puerta cuando de pronto una criatura con enormes ojos rojos frente a ella le rugió, se quedó en estado de shock y paralizada por segundos echó a correr hacia la puerta que habían cerrado con llave.  Después de una lucha por defenderse del ataque familiar descubrió una salida por la puerta trasera de la casa. La lluvia no disminuye en medio del bosque, la niebla espesa no dejaba ver a dos palmos, oía voces, no podía identificar si provenían de su cabeza, humanos.

En el despertar del Apocalipsis, los supervivientes se aferran a la esperanza de la humanidad y se unen para librar una batalla por su propia convivencia.

Marian había encontrado un grupo de supervivientes un lugar donde ocultarse, era una ciudadela con grandes murallas que los protegía de los seres; que con el tiempo se convirtió en el amparo de familias. Cada uno de ellos tenían una obligación: carpintero, mecánico, ganadero…Al principio tuvieron que evacuar y limpiar la zona de seres que corrían por los pasillos intentando saciar su hambre Sus ojos rojos eran su punto débil, destruirlos los mataba.

A pocos kilómetros Derek y sus compañeros luchaban con una horda monstruosa dejando a Derek herido y maltrecho con una herida en el costado. Lo llevaron directamente a enfermería. Marian.

¿Qué ha pasado?

– Una horda nos atacó.

Empezó a curarlo, presentaba infección.

-Se quedará aquí, necesita descanso.

Derek adormilado por la anestesia intentaba incorporarse pero Marian no se lo permitió.

-Has sangrado mucho, no debes levantarte

-Estamos en peligro, nos atacarán.

-¿Cómo lo sabes?

Podía ser el líder del grupo confiaban en él, les respetaba pero ella no se achicaba ante nadie. Derek acercó su cara a la de ella. Dijo.

– Pueden hablar

-¿Qué?

– Los oí hablar significa que son inteligentes y piensan.

Marian sentada, no daba crédito a sus palabras.

– Probablemente tengan un líder, hay que saber dónde se refugian y destruirlos.

Sentado en el porche, pensó y esto le deprimió. Pronto acabaría el buen tiempo y llegaría el otoño, se estremeció, todos confiaban en él. De pronto una silueta en la penumbra de la noche vigilaba, corrió detrás suyo entre los árboles, logró alcanzar pero escapó de nuevo. Logró alcanzar de nuevo y poniéndole la pistola en la cabeza dijo:

– Date la vuelta. -No me mates por favor.

Agachado en el suelo, la noche ocultaba su cara, era un HOMEOMORFOS.

 

 

2º Relato

Era un primer encuentro con una inteligencia extraterrestre, se deja ver a través de la descripción de un principio los cambios de mundos alternativos que son muy distintos al nuestro aunque compartan algunos aspectos. Los consejeros de la ciudadela Derek, Marian, el predicador, John amigo de Derek en sus luchas mortales contra la invasión alienígena, armados hasta los dientes, rodeaban la jaula donde el detenido, atado, los miraba incrédulos, omitía extraños zumbidos, los cuáles ponían en alarma a los allí presentes, causándole una sonrisa.

 

¿Qué buscan de nosotros? Preguntó Derek

 

Vuestra vida. Respondió el Homeomorfo..

No queremos la violencia. Tal vez os dejen elegir, renunciar a las armas nucleares y ayudar a la humanidad alcanzar la siguiente etapa o las destruiremos nosotros mismos, vuestras armas y mantenerlos como prisioneros en este mundo. Nuestros líderes decidirán nuestro futuro, no nosotros. Hace varios años tratamos de rediseñar y restaurar vuestra especie a partir de formas de vida encontradas en la Tierra. Nosotros somos el resultado de eso, solo un paso hacia la realización de nuestro objetivo a largo plazo.

 

-Sois muy generosos. Respondió Derek,

– Sabemos que somos vuestro alimento, vuestra energía y el poder de transformarnos en humanos. Acercándose a él con su espada, le retiró las gafas de sol que cubrían sus ojos, eran acristalados, rojos daban la sensación de poder, como si escanean hasta lo más profundo de nuestro ser.

 

Siguió hablando el Homeomorfos

-Se nos ha encomendado la tarea de estudiar vuestro mundo y sus habitantes, soy de un tipo específico genético que está latente en los humanos, llevamos conviviendo juntos con los seres humanos durante años.

 

John: Y una mierda, buscan esclavizarnos, destruir la Tierra para vuestros propósitos nos atacan constantemente.

 

Marian: Sois tecnológicamente superiores, si no nos han matado es porque nos necesitan para seguir vivos, desde que descubran cómo mantenerse con vida nos destruirán.

 

El predicador Jeremías hacía rato que no hablaba solo escuchaba:

Marian tiene razón, No se esconden de nosotros y no les interesa un contacto innecesario, Buscan algo más. El Homeomorfo no contestó.

 

Cuatro hombres descendieron del coche militar, el sargento bajó las escaleras hacia la sección inferior y pasó por la puerta de acero, había un largo pasillo con una serie de habitaciones a cada lado.

El complejo Bunker junto a sus instalaciones son magníficas, el sistema de comunicación era altamente tecnológico, estratégico y futurista. El sargento llegó a su destino, en una sala detrás de un escritorio un hombre con vestimenta militar y galardones de general le miró, no había que hacer preguntas.

 

– Ha sido detenido por los humanos de la ciudadela señor.

– Siempre son ellos sargento, sacarlo de allí que te acompañen varios hombres. –

 

Si, Señor.

 

Según cierra las puertas una hermosa mujer aparece de una de las habitaciones contiguas. Su nombre es Paula. –

Si el mundo se acaba, debido a tus decisiones, entonces no puedes ser demandado por negligencia las leyes y reglas no tienen poder para disuadir la imprudencia de acabar con las especies.

 

-Contestó el general: –

 

Si miro a la masa nunca actuaré,si miro a uno lo haré en grandes cantidades hay cierta evidencia de que la preocupación de las personas disminuyen en relación con su preocupaciones sobre la tragedia individual. Paula: –

 

En el futuro alguien llegará a otro punto de inflexión en el que el destino de la especie estará en sus manos. O quizás ya están en camino, lanzándose el desastre con los ojos cerrados. Con suerte, por el bien de la humanidad, tomarán la decisión correcta cuando llegue el momento.

 

El general tomó a la bella joven uniéndose en un apasionado beso.

 

Marian deambula por la enfermería, el predicador a su lado hablaban sobre la situación, estaban muy cerca no querían subir la voz para no molestar a los pacientes, Derek afuera paseaba, miró por la ventana y sin darse cuenta tropezó formando un estruendo, Marian y Jeremías salieron –

 

Derek estás bien. -Enfadado y de mal humor, vio como el predicador se retiraba.

 

– Marian sonrió. -No tiene gracia. ¿qué haces con ese vejestorio?

.

– No es asunto tuyo cretino. Estabas mirando lo que hacía.

 

No dejaba de mirarla, todos la adoraban, era una parte muy importante en la comunidad, estaba dispuesta para la lucha sin hacer preguntas. No dejaba de sonreír

 

-Te ríes de mí

 

-Eres un imbécil y acercándose a él le besó, su abrazo era tierno luego apasionado sus bocas no querían separarse, querían más, Tierno pero la pasión que les oprimían desde hacía largo tiempo se volcó en ese momento, se separaron mirándose, sus manos en su cuello le acariciaban él volvió a besarla y cogiéndola en sus brazos se metieron en la casa. La noche maravillosa, se buscaban, desnudos bajo las sábanas sus manos se unieron para recoger la unión del placer.

 

De pronto amanecía, ella dormía a su lado besó su piel, él tenía derecho a tener aquella felicidad, desde pequeño le hicieron creer que era un mierda y no tenía ese derecho.  Habían tenido confesiones íntimas y a ella no le importaba su pasado.

De pronto los cristales de la ventana explotaron, Derek la cubrió con sus brazos protegiéndola, saltando a un lado de la cama, cubriéndola con su cuerpo. se vistieron con rapidez.

 

No te muevas de aquí.  Derek

 

Marian le siguió de cerca

 

No quiero que estés ahí fuera, si te pasara algo no lo soportaría.

 

Yo tampoco lo soportaría, estamos juntos en esto nuestros miedos será lo que más nos una.

 

Salieron, no faltaba un hombre ni una mujer en la lucha, los niños en cubierto observaban el combate con horror por sus padres. Derek junto a John espalda con espalda se cubrían entre ellos. Marian junto a las mujeres hacían lo posible para acabar con ellos, en una de estas Marí una de las habitantes del lugar le tiró agua y el ser cayó al suelo con aullidos de dolor. Los abordaban pero la posibilidad de victoria era mínima.

 

 

Todos adentro son demasiados. Derek

 

Todos los Homeomorfos desaparecieron, sin poder llevarse al prisionero, ya que lo cambiaron de lugar.

 

Se desplazan únicamente cuando sepas que vas a causar daño o provocar que tu rival se mueva hacia una posición que te sea ventajosa, Sumarle que tus enemigos tienen que estar bajo control la velocidad de tus atacantes, atraer al rival sin que eso nos pase factura, los puntos que quedan expuestos a nuestros atacantes en su contra y por supuesto tener presente que una estrategia totalmente agresiva sólo funcionará con los rivales más inexpertos. Para conocer al enemigo únete a ellos.

 

Se cómo acabar con ellos. Dijo Marian

 

El agua salada les causa dolor, solemos utilizar para todo, menos para ingesta de alimentos y los destruye.

 

Si esto es cierto, ya se cómo averiguar dónde está su guarida. Derek sonrió.

 

El prisionero Homeomorfo al ver dos cubos de agua dio un paso atrás  con recelo.

 

 

John

Necesitas un baño, No hubo más que decir el homeomorfo se despachó a gusto. El engaño es la mejor estrategia para la guerra, cuando estás cerca del enemigo aparenta que estás lejos. La trampa está servida introduciendo en el Bunker siguiendo los datos del detenido, lanzaron un proyectil para forzar que el enemigo salte. El éxito de la guerra se alcanza cuidando de adaptarse permanentemente al propósito del enemigo, nuestras victorias no son fruto de la casualidad sino de lo que hemos aprendido.

 

Fué un caos, la victoria era nuestra, podemos ver los movimientos, el ritmo, y su alcance sino también sus ventajas y limitaciones. Los buenos guerreros sus victorias son debidas a poder estar previamente en posición de poder ganar con seguridad. Todos se abrazaron por la victoria final, la muerte que rodeaba nuestro alrededor, nos daba esperanza, si volvían sabemos cómo vencerlos pero y sí ¿si vienen otros más poderosos?

 

 

 

 

 

 

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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Elisa

    Aunque la ciencia ficción no es de mis lecturas favoritas ,la historia creo que engancharía a los amantes de este género,

  2. Celia Pérez

    Bonita narración. Espero que sigas escribiendo nuevos relatos.

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