LUCES – SOMBRAS — Julia Hernández Hernández
Por Julia Hernández Hernández
En verano del año 2000, mi madre y mi hermano Manel me incluyeron en unas improvisadas vacaciones a Azuaga (Badajoz), el pueblo que me vio nacer y del que emigramos en 1974. Yo no había vuelto a ir, desde que, dada nuestra precaria situación económica, mal vendimos la casa en 1981, un año antes de fallecer mi padre.
Mi mayor deseo en esas vacaciones, era volver a estar, frente al que una vez fue mi hogar; mi deseo se cumplió.
Mi hermano detuvo el coche justo en frente de la casa, yo iba en el asiento trasero y le miré el cogote. En ese instante se hizo la magia. En mi mente, volví a ver el cogote con rombos de mi padre; rombos que no eran más que el paso de los años, en la ya curtida piel de un pastor.
No pude recordar su voz, pero sí, que hablaba despacio y bajito. Por un instante, reviví las mismas sensaciones que me recorrían de niña, cuando escuchaba sus pasos al llegar a casa, era una mezcla de alegría seguridad y amor, que me hacía plenamente feliz; entonces yo sonreía y pensaba: “Ya está aquí”.
SOMBRAS
El martes 12 de febrero del 2019, yo estaba junto a la cama de un hospital. Mi hermano Ángel, mi todo, llevaba unos días allí, y yo a su lado.
Todo había ido muy rápido y de mal en peor. Cáncer de pulmón, metástasis cerebelosa y una nefasta radioterapia, le llevaron a entrar en quirófano para insertarle una válvula intracraneal; después de la intervención sus pulmones no conseguían recuperar su actividad.
Esa mañana, una doctora me vio en el box, me llamó aparte y sonriendo me pregunto:
-Dra.: ¿Eres su hija?
-Yo: No, soy Julia, su hermana.
-Dra.: Julia, esto no va bien; llevamos unos días intentando que respire por sí mismo, le retiramos el oxígeno pero se ahoga.
-Yo: ¡Seguro que se pueden hacer más cosas!
-Dra.: No me estas entendiendo, la vida de tu hermano se acaba
-Yo: ¿Cómo? ¡No! Eso es imposible, háganle un trasplante, seguro que yo soy compatible, quítenme un pulmón o los dos, porque yo sin él me muero
-Dra.: Aunque pudiéramos hacerlo, al bajarle las defensas para el trasplante, el cáncer que tiene en el cerebelo, se extendería por completo.
Me quedé sin argumentos, las lágrimas empezaron a brotar
-Yo: ¿Cómo quieres que llame a mi madre, para decirle que va a ver morir a otro hijo?, hace dos años ya pasamos por esto con mi hermano mayor José. La he mentido acerca de la gravedad de Ángel, para protegerla, con la esperanza de que él saldría de esto. ¡No puedo decirle esto!
-Dra.: ¡Díselo cuando haya muerto!
Esa necesaria bofetada dialéctica me desbloqueó y llamé a mi familia.
RELATO DEL TALLER DE:
Taller de AutobiografíaDeja una respuesta
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Carolina Rincón Florez
04/11/2024
Hermoso amiga. Que orgullosa me siento de ti mi niña❤️fijate….lograste tu sueño de escribir.
Donde quieran que esten , todos ellos , seguro sienten un gran orgullo, de ver a su hija y hermana dando sus primeros pasos en la escritura,sigue adelante.❤️❤️
Relatos que son verdades y quedan muchas más en el tintero.
Adelante Julia ♥️
Las dos cosas preciosas en sus distintas formas eres toda una artista prima sigue a si sabemos que nos protegen desde el cielo un beso enorme.
Ha esto se le llama hablar con el corazon.
Esa última frase, duele. Genial Julia. Adelante con la literatura. Sabe a poco.