FABITA TIENE PELOTAS (….TAMBIÉN PODERES) – Karem Fabiana Techera Ojeda

Por Karem Fabiana Techera Ojeda

Fabita, como todos le llaman, es una niña delgada y pequeña (en comparación con el resto de los niños de su edad). Usa unas gafas muy graciosas (los cristales son muy gordos y le hacen unos ojitos muy pequeñitos). Tiene una dificultad visual que se llama miopía ( no puede ver los objetos que están lejos, los ve borrosos). Aunque esto parezca un incordio, a ella no le importa, porque gracias a estas gafotas puede ver bien. A veces le molestan para jugar, y como no se las puede sacar (porque no vería ni un elefante delante) usa un cordón especial para sujetarlas y que no se le caigan.

Es alegre y la verdad es que nunca pasa desapercibida, suele hacer amigos rápidamente, pero a veces se topa con gente que solo ve su aspecto físico (esto le pasa habitualmente y aunque no les haga caso, le sienta mal).

Lo que casi nadie sabe, es que Fabita tiene poderes (bueno, ahora ya lo sabéis vosotros también). Descubrió que tiene muy desarrollado su Oído y su Fuerza. No sabe como le pasó. Un día, en su casa, se dio cuenta de que podía oír cómo su vecino se tiraba un pedo (desde el otro lado de la pared). ¡Que risa le dio! Procuró entonces seguir agudizando ese sentido ( aprendió a escuchar) para poder usarlo siempre que lo necesitara.

Se quedó maravillada cuando se dio cuenta de que tenía una gran fuerza; jugando al fútbol con su hermano, dio un patadón a la pelota que la tiró por encima del tejado de su casa (nunca pudieron recuperar esa pelota). Desde entonces ella se mide en las fuerzas, porque podría causar algún problema con tanto poder. Es una forzuda de incógnito, por eso trata de llevar una vida de lo más normal.

Como todas las tardes, después de merendar y terminar la tarea, Fabita le pedía a su madre, poder salir a jugar un rato con su pelota. Tiene la suerte de vivir frente a un pequeño parque, con unos árboles frondosos, que dan sombra en los días de calor. Hay un espacio con algunos juegos y también un pequeño campo de fútbol, donde todos los niños del barrio se reúnen a jugar. Ese es su lugar favorito, le encanta jugar a la pelota (por eso tiene un montón en su casa), allí ejercita siempre que puede.

Una tarde salió con su pelota pequeña, de color morado (regalo de su abuela), con ella practicaba: darle con el pie, con la cabeza, con el pecho.

Mientras jugaba, se percató de que estaban algunos de los niños del barrio, que a menudo se reunían a jugar un partido de fútbol.

Se le aceleró el corazón, también quería jugar; se armó de valor, esperó a que hicieran un parón y acercándose a ellos, les preguntó ( saludando primero):

– ¡Hola!¿puedo jugar con vosotros?

Todos la miraron, un poco asombrados. Les parecía una niña debilucha y sin ninguna fuerza o habilidad como para jugar al fútbol.

Algunos que la conocían, le respondieron:

– ¡Venga, Fabita! tú no tienes fuerzas para jugar. Mejor vete a los juegos y te tiras por el tobogán- contestaron riendo.

-Porfaaa!- les pidió, con las manos juntas sobre su pecho

Los niños no la miraron, siguieron jugando, mientras cuchicheaban entre ellos. Con su oído poderoso escuchó como se burlaban y reían de su petición.

Un poco indignada, quiso demostrarles que se equivocaban y empezó a hacer una demostración de técnicas, con su pelota pequeña.

Esto no llamó la atención de los jugadores, estaban muy concentrados, corriendo detrás de la pelota.

Entonces, Fabita cruzó a su casa a buscar la pelota de fútbol de su hermano, de tamaño mediano, convencida de que con esto le creerían que era buena en el control de la pelota.

Otra vez se presentó en el campo, silbó muy agudo, todos la miraron con atención, y dijo muy convencida:

– Yo quiero jugar, dejarme probar, ¡veréis que bien lo hago!

Inmediatamente empezó a hacer una demostración magistral del dominio de la pelota, la botaba para arriba, la picaba con el pie, la sostenía en la cabeza, la subía al pecho. Pero esto no parecía sorprender a los chicos y le volvieron a responder lo mismo:

Fabita, que tú no tienes fuerza, además, te puedes hacer daño- le dijeron.

-Jopeee!- contestó disgustada.

Ya bastante enojada con la negativa de estos niños tan tercos; volvió a su casa, buscó la pelota más grande, con la que hace ejercicios su Mamá, de pilates le llama.

Allá se fue Fabita con esa pelota gigante, que por supuesto no dejó a nadie indiferente ( era muy raro ver a una niña tan pequeña con tamaña pelota).

Otra vez, muy decidida, se metió en el campo, se puso en el centro, alzó la voz y les dijo:

– Que no tengo fuerza? ¡Mirar lo que hago!- dijo muy segura.

Cogió carrerilla y con su pie izquierdo y su gran fuerza, le dio un gran patadón a esa pelota grandota; la mandó por encima de la portería, llegando hasta la otra punta del parque.

Fue un chute descomunal, nadie podía creer que esta pequeña niña, tuviera esa fuerza. Todos quedaron boquiabiertos, mirando tal espectáculo. Estaba claro, que ya no había argumentos, para no dejar jugar a Fabita.

Desde ese día, todos quieren jugar con ella y tenerla en su equipo.

Si algo demostró Fabita, es que si algo quieres, tienes que intentarlo con coraje, de todas las maneras, hasta lograrlo.

Fue así como se dio cuenta que tenía otros nuevos poderes , el de la Valentía ( que es la actitud firme y decidida para enfrentar un miedo o una situación de dificultad) y la Tenacidad (que es la fuerza de seguir intentando algo que se quiere conseguir).

Fabita tiene tantos poderes, como pelotas.

¡Seguro que surgirán algunos más!

 

 

 

 

 

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Esta entrada tiene un comentario

  1. Fernando techera

    Fajita vos sos titular en mi equipo siempre. Te amo sister.

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