SAUDADE TOSKA – Astrid Perdigó Martínez
Por Astrid Perdigó Martínez
La unión de ambos términos, a pesar de la barrera lingüística, es lo más cercano que jamás llegaré a estar de explicar lo que mi mente y corazón han callado desde que me perdí, me vi sola -sin ti, sin mí- casi sin razón de existir… Anhelando volver a un momento que ya fue, ver a quien no puede volver, y recuperarme a mí misma.
«Saudade» es un término portugués ambiguo, empleado para describir una serie de sentimientos relacionados con el anhelo, la nostalgia, la melancolía y extrañar profundamente algo o alguien.
«Toska» es un término ruso que, con tan solo cinco letras, esconde un significado complejo y lleno de matices, ya que tal como dijo Vladimir Nabokov (novelista y filósofo ruso) «en su lado profundo y más doloroso, expresa una sensación de gran angustia espiritual, a menudo sin causa específica, pero en su lado menos mórbido, se refiere a un vacío en el alma, una anhelo sin nada que anhelar, un lamento enfermo, una inquietud vaga, agonía mental, nostalgia… todo ello, todas esas emociones, de forma simultánea».
Dicen que toda historia consta de tres partes, y esta es mi manera de sacar quién era/soy, quién es Kalea Perdinez hoy.
1- CAMINO AL CAMBIO
Nacemos sin tomar la decisión de venir al mundo, pero desde ese preciso instante todo cuanto hagas dependerá de ti. Quizás no elegimos dónde, cuándo, ni en qué familia o situación crecer, pero ya que alguien decidió por nosotros… Mejor aprovechar cada oportunidad y la experiencia que nos pueda dar, ¿no?
Desde pequeña he crecido rodeada y apegada por igual a personas reales y a ficción. Disfruté de infinidad de momentos en el parque, viviendo maravillosas aventuras imaginarias con mis amigos y amigas de la infancia, de magníficas tardes y noches lluviosas en las que mi abuela y mi madre me contaban mil historias (tanto propias como de libros, de cosas que en su momento parecían inaccesibles, pero deseaba para mí). Crecí fascinada con libros y películas que te transportaban a otros mundos escondidos tras una madriguera, un armario o el espacio, y fantaseaba con la idea de vivir alguna aventura similar… Mi meta era ser Alicia en un país de maravillas, o los hermanos Pevensie que huyendo de una guerra aterrizaban en un mundo lleno de seres excepcionales.
No fue de extrañar que, cuando se demostró e hizo público que algunos acontecimientos históricos tuvieron lugar debido a «viajeros», teorías que hasta entonces me parecían propias de la ficción se fundieron con mi realidad y me llamaban incesablemente.
«Los viajeros» fue el nombre que se otorgó a aquellas personas que habían logrado quién sabe cómo escapar de su tiempo y espacio, siendo transportados incluso a otras dimensiones o momentos de nuestra línea temporal.
Fueron muchas las cosas que pasaron en los años posteriores, y al ser una adolescente por aquel entonces, las recuerdo vívidamente.
Recuerdo cómo la humanidad se dividió en distintos bandos tras el descubrimiento: los curiosos investigaron las anomalías por las que era posible «viajar», los poderosos y obsesos del control debatieron cómo sacarle provecho para luchar y defendernos, y la gente mundana como yo esperaba simplemente que ese fuera el comienzo de algo que marcase un antes y un después en la vida… Y sin duda, aquel año algo me marcó, pero no fue precisamente el cambio positivo y emocionante que esperaba. El mismo año en que mi mayor sueño parecía empezar a ser posible de alcanzar, desperté una mañana sumergida en la más horrenda pesadilla que jamás imaginé vivir con mi familia.
Mi mundo cambió, se paralizó y apagó, porque con tan solo 15 años la muerte sacudió a mi familia de imprevisto, derribando todo lo que creíamos tener construido… Y es que, cuando ella se cruza en tu camino, la perspectiva de la vida deja de ser la misma, porque sigues teniendo ilusión y sueños, crees seguir siendo tú, pero una parte de ti se empieza a deteriorar e incluso muere en ese mismo instante.
Sin duda alguna, perder a mi abuelo (mi mayor referente hasta el momento, mi figura paterna por excelencia) y a mi madre (mi modelo a seguir, mi compañera de vida, mi mejor amiga) en el mismo mes de febrero y por motivos tan dispares, fue demasiado para mi yo adolescente. Apenas empezaba mi camino en la vida, queriendo conocer y entender a mis referentes… Y ¿tenía que decirles adiós por un traicionero cáncer y una premeditada muerte, en el mismo mes y con menos de un año y trece días de diferencia entre ellos? Me negaba rotundamente, no aceptaba la idea de tener que hacerlo, decir adiós definitivamente. Mi familia se rompió en pedazos cuál mosaico, e intentábamos reconstruirnos, apoyándonos entre los que seguíamos teniendo fuerza para sostenernos y ayudarnos, pero mientras todos ellos aceptaban el hecho de tener que vivir en este mundo sin ellos, este mundo enfermo y sin color, a mí me empezaron a atosigar mentalmente preguntas sin fin que empezaron a llegarme, como ¿En alguno de esos mundos o momentos habría cura para su enfermedad? ¿Habría conseguido vivir más en otra realidad? ¿Será que existe una versión de nuestra familia en otro lugar, libre de este sufrimiento? ¿Sería posible volver a ese instante y evitar al menos una de las dos muertes? ¿Si realmente el destino existe, que hice yo para merecer este inicio tan doloroso?
Esa niña risueña se apagó, pero lejos de quedar en un mero eco, decidí enfocarme en responder aquellas preguntas, en investigar si existía como mínimo una remota posibilidad de cambiar las cosas, de volver a la vida que tenía antes de estar rota. Mi primer cambio se produjo a los dieciséis años, con la determinación de enfocarme en vivir lo mejor posible hasta hallar la respuesta a alguna de esas dudas que seguían flotando en mi cabeza.
2. CONFLICTO
Siete años han transcurrido ya desde entonces, y sin darme cuenta actualmente vivo la vida universitaria de la que tanto me hablaron cuando era pequeña. Me encuentro en el último año de carrera y, aunque puede parecer que poco a poco abandoné la fantasía de explorar otras realidades en busca de respuestas con tal de aferrarme a lo que conocía, dentro de mí sigue habiendo una voz intranquila que mantiene viva esa llamada a lo desconocido. Me costó salir del pozo oscuro en el que me encontré cuando les perdí, pasé por más de una crisis vital en la que me quedó claro quién debía permanecer junto a mí y a quién debía soltar, hasta que finalmente a día de hoy tengo amistades que valorar, una familia casi completa, y un expediente académico ejemplar, junto con algunos sueños que quiero lograr… Pero, pese a que todo ello me enorgullece bastante, sé que quedó en mí la espinilla de «qué pasaría sí…».
Jamás he visto una anomalía en directo, y no espero ser tan afortunada ya, pero siguiendo la infinidad de noticias y retransmisiones de la gente que ha topado con ellas, no puedo evitar que nazca en mí la pregunta «¿Si algún día se presentase la oportunidad, la tomaría en verdad?». Todavía me pregunto si sería posible reencontrarme con mis dos estrellas, si podría volver el tiempo atrás y avisarles de alguna manera, o si quizás acabaría en alguna realidad paralela donde la enfermedad, el asesinato y el suicidio no existieran.
Nadie sabe con certeza qué hay tras la anomalía, hay mil variables que pueden afectar al viajero que decida cruzar. Solamente después de una primera exploración se obtiene la información -tal como dicen algunos streamers aventureros-, pero dentro de mí hay un timbre, una sutil melodía que me llama y me anima a intentarlo… Intentar descubrirlo, saltar, viajar a mundos desconocidos, dejando atrás la comodidad del hogar, olvidando el eco del pasado en cada rincón por el que paso y encontrarme así por fin a mí misma, lanzándome a una nueva vida.
Llegados a este punto no voy a engañarme, no tiene sentido retomar este viejo hábito de escribir un diario si miento incluso a un folio en blanco, así que me atreveré a confesarme: pese a valorar la vida que he tenido hasta ahora, no me siento satisfecha; debería adorarla y solamente me veo incompleta. Sí, tengo pareja, amistades, familia, casi tengo también estudios que me garantizan un trabajo en el futuro… Pero sigue faltando algo; lo noto, siento que hay un vacío esperando ser llenado de algún modo. Anhelo algo sin ser consciente de qué es, y eso solamente me quita el sueño por las noches y empieza a hacerme enloquecer. Estoy empezando a moverme por el mundo, buscando algo sin saber qué es. Tratando de toparme casualmente con aquello que creo necesitar, que quiero alcanzar, pero ando a ciegas y el terreno de juego es demasiado grande para saber si acabaré la partida o quedará a medias al final.
Me encuentro a finales de carrera, y mi atención se divide entre aprobar las materias y encontrar un patrón que me guie hacia mi próxima meta, ya sea atravesar una anomalía o asentar la cabeza… Ese es mi conflicto interno, mi gran dilema.
3. CATARSIS
Hoy es el día, hoy es mi momento de tomar una decisión de las más importantes de mi vida. He visto por fin la oportunidad, resplandeciente ante mí, pero aparentemente oculta para la gente. ¿Cómo, si no, se explica que nadie haya reparado jamás en la belleza de semejante orbe luminoso? Ver el hueco que debería ser aire convertido en un mosaico brillante, dejando ver por sus resquicios ecos de aquello que por fin identifico como mi anhelo: oportunidades, aventuras y colores que hace años desaparecieron de mi radar en este mundo apagado que es mi realidad. En un instante, esa luz logró recomponer los pedazos fragmentados de mi vida y me dejó vislumbrar lo que pudo haber sido; lo que estaba dispuesta a buscar allí.
Ahora he entendido por fin a los personajes de las tantas historias que conocí en mi vida, porque en este preciso momento es que he caído en la cuenta que está en mis manos tomar la decisión de iniciar la aventura de mi vida. Tanto esos personajes como yo compartíamos una verdad, y es que éramos simplemente una persona más en nuestras respectivas realidades, pero algo nos llamaba e incitaba a descubrir quiénes podríamos llegar a ser en otro contexto, momento, mundo… Pero eso tenía que cambiar.
Ahora es mi turno, estoy lista para ver cómo siendo yo misma puedo llevar dos vidas, reconstruirme y vivir sintiéndome más llena día a día. Ya con la decisión tomada, he querido dejar estas notas en forma de mensaje para quien sea el primero en extrañarme y venir a buscarme… No quería desaparecer sin despedirme, pero conociéndome, espero que entendáis que no habría podido marcharme si, estando cara a cara, alguno de vosotros me decía que esto era un error y debía quedarme.
Así pues, a estas alturas ya debería estar en el lugar al que por ahora llamaré «Chance», pero aquí dejo escrito lo que necesitaba sacar:
A mi familia, os digo que voy a echaros de menos, pero espero podáis comprender que este ya no es mi lugar. No quiero preocuparos, aunque sé que lo haréis de todos modos… No quiero que enviéis a nadie a buscarme, aunque tampoco podré deteneros si lo intentáis… Lo que sí quiero y necesito que sepáis es que veo esto como una mudanza más (interdimensional, pero eso da igual), puede ser definitivo o temporal, puede que acabe en este mismo mundo en otro momento o en un lugar completamente distinto, pero sea como sea recordad que aquí ya me apagué, y necesito encontrar mi brillo una vez más… Quiero volver a sentirme yo, y vivir como jamás lo logré aquí.
A mis queridísimos amigos y amigas, mis causas perdidas, ojalá sigáis siendo tan auténticos y persiguiendo vuestros sueños día a día… Quién sabe, quizás nos reunimos en ellos algún día.
A Tommy, mi amor, decirte que te llevaré conmigo, vaya donde vaya… Pero no te arrastraré. No encontrarías la felicidad allí, yo lo sé y en el fondo tú también (de lo contrario me hubieses seguido ese mismo día en que te llamé, y es que de todos tú eras el único que podía suponer lo que estaba por hacer… cero rencor, bebé).
*Carta desde Chance, para quien la encuentre dónde y cuándo sea*
Me llamo Kalea Perdinez, y esta es mi historia de cómo y cuándo me vi inmersa en otra realidad que lo cambió todo para mí. Descubrí que una persona puede llevar dos vidas completamente distintas, y que existe por ahí una versión de ti que difiere totalmente de quien creías ser… Para mí, fue como dos mundos colisionando en mi interior, sintiendo al antiguo y nuevo «yo», descubriendo la existencia del otro, debatiéndose y peleando para sobreponerse hasta fusionarse. Me atreví a entrar, y pese a la añoranza no logro reunir el valor para regresar… Mi vida entera quedó atrás y, mientras una parte de mí extraña lo que fue, mi ser pertenece aquí al parecer.
Esta ha sido mi oportunidad de vivir dos veces en una vida, pero…
¿Y tú, te atreverías?
RELATO DEL TALLER DE:
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04/11/2024