MOMENTOS – Mª Olga León Moya
Por Mª Olga León Moya
Yo le hacía a mamá un ramillete de amapolas y margaritas, mientras papá con una vieja manta y una cuerda que llevaba en el coche, me hizo el mejor de los columpios. Mamá con unas ramas preparó un pequeño fuego y ensartó: chorizos, morcillas y tocino. Al olorcito de los chorizos, grité ¡papá bájame!
En la mesa azul de camping, había también tortilla de patatas y filetes empanados. Todo un festín, ¿Qué más podía pedir?
Después de descansar sobre la hierba, papá me llamó, para que ayudara a recoger y me advirtió varias veces que hiciera pis, antes de subir al coche. Pero yo le conteste que no tenía ganas.
Apenas llevábamos quince minutos, con voz baja le dije papi, me hago pis. Ahora te aguantas, la carretera es estrecha y llena de curvas. Mamá molesta me clavó su mirada, moviendo la cabeza.
El coche paró y papá me dijo, baja con cuidado te esperamos después de la curva. Caminé por la cuneta, pero el coche no estaba. Despreocupada pensé, otra de las típicas bromas de papá, estarán en la siguiente, pero no.
Paralizada dejé de caminar, me costaba respirar y en ese momento vi a mi padre acercarse. Se percató del terror en mi cara y arrepentido me abrazó con cariño, intentando consolarme. Yo con mis pequeños puños le golpeaba una y otra vez, mientras con la voz entrecortada decía: tonto, tonto.
El doloroso recuerdo parecía estar tan escondido, como la pena por perder mí monedero preferido, el de bolitas de colores, donde guardaba mis cromos ,monedas. Y tan solo vino a mi memoria, cuando mis hijos siendo pequeños, repetían las anécdotas de mi niñez.
Al igual que en navidades, envolviendo los regalos de mis hijos sonreía al recordar el que fue el día más especial de Reyes.
Luces, villancicos y días maravillosos para una niña feliz, con solo ver reflejada su cara en una gran bola de navidad. E ilusionada con los Reyes Magos.
Sentada junto a su padre, redactaba con su mejor letra y sin faltas de ortografía la carta a Baltasar, para que le trajera esos juguetes que tanto deseaba. Una vez terminada, se dirigió de la mano de su padre a la oficina de correos. En la otra mano sudorosa por los nervios, llevaba agarrada con fuerza la carta.
Al llegar vio dos buzones en la pared Correo Nacional y Extranjero. Le parecieron inalcanzables, en ese momento su padre la cogió en brazos y le susurró: échala por esta ranura, pero que no se te olvide decir para quién es. Ella con toda la fuerza que su garganta le permitía grito… ¡Es para Baltasar, mi Rey Mago!
La noche de Reyes se acostó pronto y levantándose la primera, vio el salón repleto de paquetes, corrió nerviosa saltando sobre la cama de sus padres y gritando…. ¡Ya han venido Los Reyes!
Sus chispeantes ojos, parecían más grandes que nunca. Gritaba una y otra vez ¡Mami mira, mira! Yo no he pedido esto, ni esto.
Nunca imaginó tantos regalos, incluso más de lo que había deseado y esa sorpresa quedó grabada para siempre en su memoria.
De los momentos vividos, no solo aprendemos cuando pasan, quién me diría años más tarde, que estarían presentes en la educación mis hijos.
OLGA LEÓN
RELATO DEL TALLER DE:
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Carolina Rincón Florez
04/11/2024