EL PRÍNCIPE CABRITO – Mª Alejandra Flores
Por Mª Alejandra Flores
Anabel toma la tarde libre de todas sus obligaciones como princesa en el Castillo de Artemisa. Su padre, el rey, se encuentra en ese momento de cacería con nobles amigos. Ella pasea por los inmensos jardines del Castillo, junto a su doncella. En el alto paredón junto a las puertas de entrada, siempre se detiene a observar por las ventanillas enrejadas el pueblo. Corre por sus venas pura adrenalina y deseos de escapar un día de la guardia del Castillo y mezclarse con la gente que habita en el pueblo. Pero teme romper las reglas y desilusionar a su querido padre.
A media noche se asoma hacia su balcón a observar la enorme luna llena y respirar el frescor del rocío. De pronto observa que la guardia se retira, ella se coloca rápidamente su vestido, toma una manta para cubrir su cabello y baja cuidadosamente y sin que nadie la vea hacia la puerta de entrada. Al llegar ahí no puede abrir las puertas ya que siente voces de que alguien se acerca, es la nueva guardia. Ella se esconde detrás de unas enredaderas al costado de la puerta, cuando de repente siente algo detrás de ella… una manija de una puerta escondida, sucia y con algunas telarañas. Su curiosidad es tan grande que se atreve a abrirla y salir por ella. Está fuera del Castillo, ahora sí tiene un secreto y podrá salir cuando le plazca. Camina hacia el pueblo de noche, se mezcla con la gente, por las callejuelas… las mujeres nocturnas son muy desvergonzadas, los hombres beben insaciables. Anabel solo camina, está muy impactada de la forma como aquella gente vive. Decide volver al Castillo, no recuerda el camino, cuando de repente un señor se acerca y le pregunta:
—¡Oye tú, tú niña… ¿Qué demonios haces aquí a esta hora y sola?
—Solo estoy confundida, no puedo encontrar el camino a casa —responde Anabel.
—Ven, sube al carro, te acercaré a tu casa, este lugar no es para una jovencita como tú.
Anabel se sienta al lado del señor y puede observar que detrás, en el carro, lleva atado del cuello un cabrito que la mira.
—Este animalito es suyo? —pregunta Anabel.
—No, jovencita, me encargaron llevar el animal al Castillo de Artemisa, creo que el rey está preparando el cumpleaños de su hija, la princesa Anabel.
Ella da vuelta, mira el cabrito fijamente a los ojos y nota un llamado de auxilio en su mirada. De pronto siente escalofríos y grita…
—¡¡Noooo!! No pueden matar este animalito, es muy bello y es inocente.
—Pues lo siento mucho, jovencita, pero me pagan por esto. Es un pedido muy especial que solicitó el rey y ante eso no podemos hacer nada —dijo el hombre, mirándola con pena.—Escucha, jovencita, ¿dónde te dejo? Ya casi estamos llegando al Castillo.
—Aquí me bajo, gracias…
Anabel antes de bajar, mira al cabrito, toca su cabeza y le presta un cariño.
Ella rápidamente busca la puerta secreta y entra en el Castillo. Detrás de una pared, espera para poder ver dónde dejan atado al cabrito para el día de mañana ser degollado. Se acerca hacia él y lo abraza con ternura, le pide perdón ya que por culpa de su cumpleaños será degollado mañana, ella se siente muy triste. Se despide de él y camina hacia la puerta de salida del establo… cuando de repente escucha una voz.
—¡¡Espera…!! No te vayas, por favor.
Ella se da la vuelta y ve que el único que se encuentra frente a ella es el cabrito, queda paralizada y muy sorprendida.
—¡Nooo…! No me lo creo. ¿Estoy volviéndome loca o qué? ¿Un cabrito que habla?
—No soy un cabrito, soy un príncipe —responde el animal.
—Eres un brujo, no puedo creer que esté hablando con un animal… ¿Estaré loca?
—No… No estás loca, déjame explicarte y lo entenderás, por favor.
—Está bien, habla y explícate.
Soy el príncipe Yahir, me han hechizado para que mi padre el rey de Asiria no tenga herederos al trono y así poder apropiarse de su Reino. La leyenda dice que si un rey come en su mesa la carne de un hijo de otro rey, será el más poderoso de la tierra. Es por eso que tu padre está seguro de lo que comerá en tu cumpleaños.
—No puedo permitir a mi padre esto —dice Anabel.
—Ya es muy tarde, pronto afilarán los cuchillos.
—Noooo, ahora nos iremos de aquí.
—Los guardias están en la puerta, no podremos escapar.
—No tengas miedo, yo sé de una puerta secreta, saldremos por ahí.
Ya está a punto de amanecer y pronto se levantará el personal para comenzar los preparativos para el cumpleaños. Anabel y el cabrito salen por la puerta secreta hacia el pueblo, donde podrán conseguir caballos y escapar a otro lugar.
De camino incierto, ahí van Anabel y el cabrito, en busca de una hechicera o alguna pócima para devolver al príncipe Yahir su verdadero cuerpo, un joven fuerte y guapo como siempre fue.
Ya dos meses de camino, por fin, llegan a la hechicera más conocida en una pequeña comarca. Ella los recibe muy interesadamente, estudia su caso y les responde…
—El hechizo es muy fuerte, pero lograré deshacerlo, solo que tiene un precio, o lo toman o lo dejan.
Anabel se aparta con la hechicera para preguntarle por cuánto le saldrá el trabajo. La hechicera no pide fortuna, tampoco materiales de valor, solo le entregue un alma. Ella mira hacia el cabrito y piensa en los bellos momentos que pasaron juntos en este largo viaje y decide entregar su alma, porque piensa que Yahir se merece otra oportunidad de vivir libre. Ella está dispuesta a perder su vida por él. Está enamorada, no lo entiende pero su corazón se lo dicta, está muy segura de lo que hará…
—Lo tomamos —responde Anabel.
—¡Espera…! —dice el cabrito—, no puedes aceptar si no sabes cómo tenemos que pagar…
Ella se acerca hacia él y cerca de su alargada oreja le susurra:
—No te preocupes, no creo que nos cobre mucho, además tengo esta sortija que me regaló mi madre antes de morir y no se resistirá a su belleza.
—Está bien, ¡quítenme este hechizo, por favor…! —grita el cabrito.
La hechicera con mucho gusto comienza a sacar el hechizo de Yahir, toma su mano, susurra unas palabras y de pronto el cabrito se desmaya. Al despertar Yahir ya no está de la mano con la hechicera, es la de Anabel, quién con su hermoso rostro le regala una sonrisa.
—¿Ya no estoy hechizado…? ¿Ya no soy un cabrito…? —Yahir toca todo su cuerpo, brazos, piernas, rostro y salta de alegría, cuando de pronto ve a su alrededor mucha gente, sus padres, sus amigos y demás familia. Anabel se acerca a él, lo abraza, lo besa y le dice…
—Gracias a Dios, Yahir, que el golpe en tu cabeza no fue muy fuerte, mi querido esposo, solo a ti se te ocurre subir a este árbol para bajar la mejor manzana para mí… jajaja…, lo que lleva a los hombres a consentir los antojos de una embarazada, te amo.
RELATO DEL TALLER DE:
Taller de Escritura CreativaDeja una respuesta
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Carolina Rincón Florez
04/11/2024
Muy bueno ,interesante,atrapador relato, que lleva a este joven en su inconsciente a vivir y ser por un momento el protagonista de un cuento ,en el que seguramente vivió un momento desesperante ,la verdad me gustó ese final ,donde al estar en peligro su cuerpo ,su vida y toda su humanidad pudo despertar y vio que todo su ser estaba bien, que ya no estaba atrapado en el cuerpo de aquel animal , felicitaciones ,éxitos.👏🫂
Historia interesante que nos recuerda los cuentos clásicos. Me hubiera gustado leer una segunda parte o este mismo, pero un poco más extenso.
Estoy tan emocionada de ver mi relato en el blog de una escritora tan conocida como Carmen Posadas, gracias por todo, por qué a pesar de mi escaso tiempo pude aprender un poco más para mejorar y poder aplicar en un futuro lo aprendido en mi libro de novela fantástica .
Linda historia, por un momento pensé en qué la solución era el beso del verdadero amor jajaja
Maria Alejandra , tu historia de castillo y princesa me ha remontado a aquellos cuentos de cuando era pequeña que empezaban siempre : Erase una vez ….y me ha mantenido la atención y la intriga hasta el final. Gracias. Me ha parecido muy bonito