ASESINATO EN EL VALLE DE ARÁN – Jesús Agustín Sobrino Mora

Por Jesús Agustín Sobrino Mora

Franc se despierta de repente muy sobresaltado, con el corazón muy acelerado, sudando, con escalofríos, y la piel erizada. No entiende el porqué. La última vez que le había pasado eso, había sucedido un caso escalofriante, y no quería pensar que ahora fuera a suceder lo mismo.
Franc se sienta en la cama, con los pies descalzos en el suelo, apoya sus codos en sus piernas y se lleva las manos a la cabeza. Después de estar un buen rato así, intentando calmarse y razonar con tranquilidad, sigue pensando por el motivo de esa inquietud. Mira el reloj de la mesita de noche, que marca las cuatro y media de la madrugada. Coge el móvil, lo activa, pero no hay mensajes ni llamadas. Se va tranquilizando.
Se va a levantar de la cama para ir al cuarto de baño, cuando suena el teléfono. Mira el reloj, son las cinco de la madrugada. La llamada procede de la comisaría. Contesta y suena la voz de Peláez, su ayudante. Con voz temblorosa y entrecortada le explica lo sucedido. Franc se queda inmóvil, con cara aterrada, no puede dar crédito a lo que oye. ¡Otra vez ha sucedido!
Franc es sargento de policía de un pueblo no muy grande de la zona del Valle de Arán, en el Pirineo Catalán. Es policía desde hace veinte años. Su mujer murió en un accidente de tráfico y no tiene hijos. También le agitó una premonición cuando su mujer tuvo el accidente. Desde entonces duerme mal y tiene premoniciones cuando sucede alguna desgracia alrededor suyo.
No hace muchos años, en ese pueblo, hubo un caso de asesinato muy atroz y macabro. Franc resolvió el caso con mucha pericia. Le llevó resolverlo un año de muchas investigaciones e interrogaciones a posibles sospechosos y testigos.
Peláez está en su despacho haciendo la guardia de ese día. Está repasando las denuncias mientras se toma un café doble cuando entra una llamada telefónica. Al otro lado del teléfono está Anna, que empieza hablar muy rápido, se le nota nerviosa, apenas se le entiende lo que dice. Peláez intenta calmarla.
Anna al fin se calma y empieza a contar lo sucedido. Una patrulla ha encontrado a una chica muerta en un camino de tierra. Le falta un pie y un brazo. Tiene diferentes cortes por todo el cuerpo, pero sobre todo se han ensañado con su pecho y su cuello. Aproximadamente tenía unos veintiocho años, un metro setenta de estatura, pelo oscuro, y está desnuda.
Peláez se dirige al lugar, un camino rural a treinta minutos de Viella, paralelo a la carretera principal de Baqueira al Port de la Bonaigua. Es un camino secundario de tierra al lado de un riachuelo y cerca de un frondoso bosque. Es de madrugada y hay poca luz. Coge la linterna y le dice a Anna que le acompañe hacia donde está el cuerpo de la chica. Anna ha desplegado a todo su equipo alrededor del cuerpo buscando pistas, huellas o cualquier indicio que pudieran encontrar. La zona está acordonada, levantan la cinta y se introducen en dirección al cuerpo. Peláez camina con paso firme. A unos veinte metros distingue un cuerpo, no se aprecia muy bien, el lugar está iluminado por unos focos y ve el cuerpo en el suelo encima de un charco de sangre. Peláez se lleva la mano a la boca, le entran arcadas, se retira unos metros del lugar y vomita en el riachuelo. Al rato se recupera, se limpia la boca y se lleva las manos a los ojos para limpiarse las lágrimas que le ha provocado el vómito.
Peláez examina el cuerpo y coge el teléfono para llamar a Franc y explicarle lo sucedido. Franc, tras la llamada, baja al aparcamiento de su casa a buscar el coche y telefonea al subinspector Manu mientras sale de su casa.
—Reza para que sea importante lo que tienes que decirme —gruñe el subinspector con voz de sueño.
—Hay un cadáver en un camino cerca de Baqueira.
—No jodas.
—Jodo —dice Franc—. Me acaba de llamar mi ayudante. La caporal Anna y mi ayudante ya están allí. Han precintado el perímetro para preservar la escena del crimen. Yo voy de camino.
—Yo me encargo de llamar a la científica —dice el subinspector Manu.
—Tranquilo —dice Franc—. En diez minutos estoy ahí.
—Dame media hora —dice el subinspector.
Franc va conduciendo muy pensativo. Al poco tiempo llega a la zona señalada, aparca el coche y se dirige andando al lugar donde está el cadáver. Peláez lo está esperando.
—¿Has encontrado alguna pista? —le pregunta Franc.
—Hay unas huellas de neumáticos Continental —le contesta Peláez—. Pero creo que será difícil averiguar qué clase de coche los llevaba.
El subinspector Manu acaba de llegar a la escena del crimen. Al mismo tiempo llega la brigada de policía científica. El subinspector ordena a todos que desalojen la zona y que dejen trabajar a la brigada científica.
—Dime una cosa —le pide Manu, una vez que se han quedado a solas—. ¿Qué crees que ha podido suceder? ¿Cuál puede ser el motivo de la mutilación?
—No lo sé. Puede ser un ajuste de cuentas o que sea una prostituta. Desde luego ha tenido que sufrir lo suyo.
La científica recoge las pocas pruebas que encuentran. Debajo del cuerpo se encuentra un tallo de planta que no pertenece a la clase de flora de la zona donde se encuentra el cadáver, un mechero de color azul, huellas de pisadas cerca del cuerpo y un pañuelo de tela color crema.

Han pasado dos semanas de investigación y se sabe que el cuerpo fue depositado en el camino, pero el crimen se cometió en otro lugar. No se han encontrado rastro alguno del brazo ni del pie de la chica. Franc mandó mirar en los contenedores de basura de todo el valle de Arán, pero nada. Mandó investigar por todos los clubs de alterne de la zona, pero nadie reconoció a la chica.
De las pruebas encontradas: el mechero tenía una huella, pero la huella no estaba registrada en los archivos policiales. En el pañuelo tres huellas, una de ellas pertenecía a un joven de doce años, alumno del colegio de Baqueira. El director del colegio certificó que la semana antes de encontrar al cadáver habían hecho una salida con los alumnos por la zona. Las otras dos huellas no estaban registradas. Las pisadas correspondían a unas deportivas del número cuarenta y siete. El tallo encontrado debajo del cuerpo pertenecía a la orquídea nigritela, planta exclusiva de una zona del valle.
Franc manda a Anna que investigue en el pueblo de Viella, que mire en los jardines de las casas a ver si encuentra rastro de la orquídea nigritela. Que ponga vigilancia en el club de alterne y controle a los responsables del club. Le ha llegado noticias de que pueden pertenecer a un grupo que trafican con mujeres.
En las afueras de Viella, Anna localiza el jardín de una casa donde hay plantadas orquídeas nigritela. La casa tiene dos plantas. La puerta de entrada es de madera maciza, con grandes ventanales y se aprecia en cada esquina de la casa una cámara de seguridad. Al lado de la casa, pared con pared, hay una nave con techo alto y una puerta de entrada de hierro y encima de la puerta una cámara de seguridad. Anna manda a dos de sus hombres que sean cautos y controlen los posibles movimientos de la casa.
Judit llegó al Valle de Arán hace seis meses, se trasladó desde Barcelona. Quería tener un tipo de vida más apacible, sin tanto estrés como en la ciudad, quería huir del bullicio y del trajín cotidiano. Por mediación de un amigo llegó al valle. El amigo le abrió las puertas de su casa y se instaló con él. En un principio era todo amabilidad y la trataba con mucho respeto. Ella pronto le dio su confianza e incluso se enamoró de él. Al cabo de unos meses notó un cambio de actitud, como si el amigo no fuera el mismo. Entraban en discusiones continuas y le faltaba el respeto. Un día en una disputa le dio un bofetón y a partir de ahí comenzó el calvario. Se volvió agresivo, la obligaba a tener sexo cada día y no la dejaba salir de la casa. Solamente le daba comida y agua una vez al día. Se enteró que el amigo era el dueño de un burdel de Viella. Al poco tiempo la obligó a ir al burdel con él y a tener sexo con un cliente bajo la amenaza de muerte si no lo hacía o intentaba huir o comentar con alguien. Cada vez era más horrible su vida, no podía seguir sin denunciar la situación. Una tarde que estaba en el burdel, aprovechó un descuido del vigilante de seguridad y salió corriendo por las calles de Viella, desesperada, corría sin sentido, sin saber dónde ir, pedía auxilio a gritos, pero nadie parecía oírla, como si no existiera. De repente siente como la cogen de la cintura y un pinchazo en el cuello.
Cuando recobra el conocimiento, no se puede mover, está desnuda, con las manos atadas sobre una mesa de madera, los brazos abiertos en cruz y las piernas también abiertas y atadas por los tobillos. El amigo entró a la estancia en un estado psicótico, muy alterado, con los ojos ensangrentados y fuera de las orbitas, gritando ¡Hija de puta! ¡Puta! Cogió un cuchillo y se lo puso delante de la cara, gritándole ¡Te voy a matar! Con un pañuelo le amordazó la boca, seguía enseñándole el cuchillo, se lo ponía delante de sus ojos y con un gesto rápido llevó el cuchillo a los pechos de Judit haciendo varios cortes, luego lleva el cuchillo al cuello y repite los certeros movimientos cortando y profundizando en la zona. Judit perdió el conocimiento mientras sangraba a borbotones…
Franc entra al club de alterne y pregunta por Pol, el dueño del local. Un empleado le dice que no está, que hace días que no lo ven y que la última vez que estuvo dijo que se iba fuera del valle unos días.
La casa que Anna está vigilando, han averiguado que pertenece a Pol. No ha existido movimiento desde que la casa es vigilada por los hombres de Anna.
Franc consigue una orden de registro después de mucho luchar y convencer al juez de que podría ser el dueño de la casa el presunto asesino de la chica encontrada en el camino.
Consiguen entrar en la casa y en la nave encuentran restos de sangre. Franc ordena que no toquen nada y llama a la policía científica.

Un pastor va con su rebaño por la montaña del valle, pasan cerca de una cabaña de madera y ladrillo. Uno de los perros se pone muy nervioso y empieza a ladrar dirigiendo su mirada a la cabaña. El pastor se acerca a ella y oye unos lamentos, llama a la puerta y los lamentos se acentúan, intenta forzar la puerta y de repente se abre. Atado con unos grilletes a los pies se encuentra un hombre. El pastor se pone en contacto con la policía.
Franc recibe una llamada. Le informan que han encontrado a un hombre encadenado en una cabaña. Le aseguran que el nombre de esa persona es Pol…

RELATO DEL TALLER DE:
Taller de Escritura Creativa

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Esta entrada tiene un comentario

  1. Micaela

    Me ha gustado mucho tu relato. Me he quedado con ganas de leer más. Los diálogos son muy adecuados al tipo de relato. Gracias.

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