HASTA SIEMPRE – Julio César Rodríguez Tabera
Por Julio César Rodríguez Tabera
En la tesitura de la vida y del querer, trasciende la existencia en un mundo al revés. Donde lo bueno se ve malo, y lo malo bueno… Donde a lo dulce se le llama amargo, y a lo amargo, dulce. Asimismo, periodo revoltoso y conflictivo, en función del Gobierno uruguayo en su momento. Quién no era otro que Jorge Batlle, en 2003. Hombre que hablaba mucho, pero decía poco. Al igual que su antecesor. De vanas pro- mesas incumplidas, mientras la mayoría del país se revolcaba en el lodo de la miseria… Quien a su vez, no fue mejor que su antecesor Julio María Sanguinetti. Según afirman los entendidos. Por causa de estos 2 últimos diplomáticos de promesas incumplidas, se produjo una de las mayores diásporas de uruguayos. De la historia. Dispersos por el mundo. Sanguinetti, quién tuviera en el mando desde el año 1985 –a partir de la democracia Dictatorial segregada por la amnistía–. Éste, fue quién sucedió al legendario Dictador “Goyo” Álvarez. Quien estaba encantado de haberse conocido… Alguien poco querido por la inmensa mayoría de uruguayos. Y se desconoce fuente alguna, que alguien haya podido amarle al fulano… Aunque se murmura: “que no hubo nada nuevo bajo el sol”. En relación a sus sucesores. No en vano, la inmensa mayoría del país reclamaba justicia. No fueron pocos los que abandonaron el barco del “paisito” (así le llaman muchos uruguayos a su pequeño gran país). Para ser más preciso, en el periodo de Jorge Battlle, fue el más propicio para ello. Según recalcan diversas estadísticas.
A pesar de las vicisitudes de los tiempos, él ya había logrado casi todos sus sueños. Pero le restaban esperanzas pendientes. Por cumplir. De lo que no estaban exentos: metas, logros, objetivos que se había propuesto en su corta vida. En su amada tierra. Siendo muy fiel a sus raíces, que le dieron a luz y le vieron crecer. Pero sentía que necesitaba más. Lo logrado le sabía a poco. Sin importarle el precio que tuviera que pagar. Sin desviarse a la izquierda, ni tampoco a la derecha. Alguien muy fiel a sus prin- cipios e ideales. Entendía que no había dinero capaz de corromperlo. Aun sabiendo, que casi todos los mortales tienen su precio… No admiraba lo vulgar ni lo común. Amaba los perfumes de calidad y distinguidos. Sin ser adinerado, tan solo era un incansable luchador de la vida. Y del amor. Y cuando la vida no le desafiaba, era él, quién lo desafiaba a ella. A ello, es que se desafió idénticamente, terminar de formarse como escritor fuera de su país. Aventura que se tomó en serio, el 9 de enero de 1999. Estaba sediento de nuevas metas y objetivos. Sentía que necesitaba más. Constantemente bus- caba retos, metas, desafíos y gran ambición de superación. Con la asumida afirmación de creer que: para atrás, nunca, ni para tomar impulso.
Había tenido mucho éxito como Personal Trainer, Profesor y Director Deportivo en varios gimnasios de la Capital uruguaya. Habiendo ganado varias competencias de Fisicoculturismo, en su estado Natural. Pero le parecía poco… Su mayor objetivo no estaba en el deporte. Aunque lo amaba por vocación. No era capaz de entender su vida sin deporte. Una lesión de rodilla, le excluyó del fútbol profesional. Hasta que pisó un Gimnasio por primera vez. Y entendió, que el deporte era realmente su vocación. Pasando por varios años de estudios deportivos. Habiéndose complacido totalmente, por combinar el gimnasio con el boxeo. A pesar de que le había ido muy bien, y sabía que los años no perdonan. Por lo que prefería pernoctar en el cerebro, más que en el pasajero físico. Como quien no quiere la cosa, había descubierto, que amaba escribir… No dudó en rechazar 2 Gimnasios para llevar la Dirección Deportiva en el 2000. Sentía que no se equivocaba, que estaba sediento de nuevas ambiciones fuera de su tierra. Ya lo había decidido. Entendiendo él, que si hacía las cosas bien, el dinero llegaría por su propio peso. Por ello, necesitaba dejar atrás sus raíces. A las que nunca iba a rescindir su gran amor. Para emprender una nueva vida, en este mundo tan cruel, como pasajero.
Los días no eran los mismos. Ni las noches iguales. Y entendía muy bien, que cada día, hora, minutos, segundos; eran irrepetibles. Por ello, su mayor riqueza era el tiempo. A ello, es que tenía pocos amigos, pero los mejores. En un principio él, espe- raba partir en el año 2000 al extranjero. Pero no pudo ser. Los sucesivos atavíos de la vida, hicieron que lo lograra 3 años después. A su entender, no fue cuando él quiso, sino cuando Uno Mayor que los hombres… Lo considerara oportuno. Creyendo que el enal- tecimiento, la autosuficiencia, el egocentrismo, la jactancia, nada valgan. Ya que van de la mano de la vanidad. Esto le enseñaba que el vano hombre, solo; nada es. Nada vale. Y prevalecer en el propio YO, es algo impropio y sin sentido de nuestra raza caída. A la que se le suele laurear, con delirios de grandeza. Contaminándonos de necedad. ¿Puede quitársele un cubo de agua al mar, para desaguarlo…? Por ello el necio dice en su corazón: No hay Dios (ISAÍAS 14:1).
En el ojal de la vida y del querer, eran ya las 14.30 hs., del lunes 10 marzo del ejercicio 2003. En el Aeropuerto Internacional de Carrasco en Montevideo. Cuando él observaba muy minuciosamente su entorno. A niños, hombres, mujeres… Le parecía poco creíble, que parte de su sueño comenzara a cumplirse. Ya había tardado 3 años, esperando ese momento, muy pacientemente. Los que en ocasiones, le parecían eternos. Cuando en el pasado, cada avión que veía volar en el cielo, pensaba en voz baja: “en un avión como este me iré de mi paisito”. Una y otra vez, sin cesar, sus ojos bailoteaban en su mirada providencial, que navegaba por el contexto de las almas. En el pasajero Aeropuerto. Nunca mejor dicho. Pareciendo como que no tuvieran nombre… No sabía bien por qué, pero le gustaba todo ese gentío de diversas razas, andando de prisa. De un lado a otro. Otros, solo andaban pasivamente. Mientras el resto, observaban con cara de vaca, que miran pasar el tren… A cada instante, miraba su reloj que llevaba en su muñeca izquierda. Lo hacía mediante acto inconsciente. Sentado, observaba muy detenidamente. Esbozando una conjetura, miraba de reojos incómodamente, las agujas del reloj. El que parecía retratado en la pared. Ya que éstas, eran reflejadas por el manto de luz blanquícea del mercurio del techo, que irradiaba en ellas. Pasaban los minutos y seguía sin saber, por qué, le agradaban tanto los aeropuertos. Entendía, que a sus 38 años del cómputo de su vida, vivía toda una novedad… Lo hacía sentir vivo, ese gran momento. Ya que tanto había esperado. Desde siempre, supo que era una de las asignaturas pendientes, que la vida le seccionaba. La que todavía le quedaba por ganar. Continuaba observando muy detenidamente, su entorno, y a los aviones que despegaban y aterrizaban constantemente. A la que se sumaban, familiares, amigos, amistades, que a su vez eran observados por otros desconocidos. Pero no sin antes, re ojear las agujas de su reloj. Inhalaba él, profundamente con los ojos abiertos mirando al techo, para intentar borrar de su mente los pensamientos negativos del pasado. Sabiendo bien, que había tenido muchas noches bunas, pero pocas Navidades. Y que había ganado y perdido mil batallas, pero que siempre se había levantado. Y entendía perfectamente, que el ser que no busca desafíos de la vida, es como árbol seco. No produce frutos. De todo lo que dejaba atrás, sentía como que su mente rebobinaba todos los grandes y maravillosos momentos vividos. Y los que le quedaba pendientes por vivir. Asumía totalmente, que nunca se iba a arrepentir de tal decisión. Solo lo acompañaban 2 maletas, su identidad y el rebosamiento de sueños y esperanzas por cumplir. Mediante la aureola del optimismo que pernoctaba en su ser, ansiaba estar dentro del avión. Pero todavía no era el mo- mento. Mientras tanto, se deleitaba con los exquisitos aromas de perfumes de buena ca- lidad, que deambulaban en el ambiente del gentío. De modo menos llamativo, se le removía el corazón, arropado por la reminiscencia de su entorno. De las almas. Cuando miraba y oía sus llantos, en los casos que se dejaban entrever. Los que no eran otros que de despedida. Pero no faltaban los de bienvenida, que lloran menos… Pero sí están, los que como él, salían fuera en busca del destino. Siendo éste el que baraja la vida mientras nosotros jugamos. Él entendía, que ese era el primer día del resto de su vida. Aunque sus ojos no se empañaban en su serio rostro. Parecía firme y estable. Manteniendo vigente, el tumbado de los valientes al caminar. Conceptuaba en creer, “que los hombres no lloran”. Que eso no es de hombres… Que solo lloraban las mujeres, y otros muy parecidos… Estaba solo, pero rodeado de personas. Desconocidas. Se negó totalmente a que alguien le acompañara en su despedida… Su palabra era valorada y respetada. Eran actos y momentos inolvidables que imprimían sus retinas y en cada latido de su ser. Forjando en su cerebro la memoria que no cesa. Ni descansa. Cuando sin mirar atrás, se desarraigaba de sus raíces que le vieron crecer. Y también partir. Excluyendo totalmente, si ‘un día cualquiera’, regresaría. Era consciente, que solo Dios lo sabía.
El tiempo se reducía. A la que se sumaba el horario establecido para la partida del vuelo. La ausencia de formalidad y seriedad, suele sumársele la impuntualidad. Donde todo es tan pasajero y banal. Lo mortal no es perfecto. Mientras tanto, su reloj parecía que lo miraba de reojos, una y otra vez… Sobre todo, cuando se trataba para él, de un caso excepcional por partir de su tierra. Sabía bien, que un día cualquiera, llegaría ese momento. Con rumbo esperado, pero con un acierto desconocido. Concebido por las expectativas, no sabía que le esperaba en aquel nuevo país para su vida. Cuando era conducido por el influjo de las emociones. Que le abordaban a cada instante. Era su sueño, pisar la Madre Patria. Se iba del “Paisito”, pero sin abandonarlo. Tampoco abandonaba a sus tres amores de su vida… A su madre, quien luchó para hacer de él, un hombre. Siendo él, el mayor de sus hermanos; a los 4 años su padre los había abandonado. Por otra mujer. Dejando a su madre con 4 hijos. A ella le debía el hombre que era. Seguía Alejandra. Una alumna que entrenó como Personal Trainer. Una hermosa mujer tanto por fuera como por dentro. Y con mucho dinero… Quien luego de varios años, su ex pareja la dejó por otra mujer. Y ella se había apoyado en su entrenador, como su paño de lágrimas. Pasando por grandes momentos de depresión. Estaba muy enamorada de él, quería casarse y tener un hijo. A ella le quedaba un semestre para terminar sus estudios en la Facultad de Arquitectura de Montevideo. Él, ya lo había decidido y así debía ser. La tuvo en sus brazos y por amor, prefirió dejarla volar… Pero su más grande amor, siempre fue su hija Bárbara. Que a pesar de ser padre soltero, amaba mucho a su hija. A quien le faltaba unos pocos meses para cumplir los 10 años, entonces. Cuanto más cerca estaba de subir al avión, no dejaba de pensar una y otra vez. Si es que un día cualquiera, esas tres mujeres, alcanzarían a comprenderlo… O a depreciarlo…
__ ¡Señor, señor…! Permítame por favor su Pasaporte y su Cédula de Identidad.
__ ¡Sí, sí, perdón! Estaba pensando en algo…
__ ¿Parece ser que nunca ha viajado al extranjero…?
__ Así es…
__ Lo dice su Pasaporte. ¡Que tenga un buen viaje!
__ ¡Muchas gracias!
¡Mmmmmm…, qué delicia! No hay cosa más bella que una hermosa mujer con un buen perfume… Pensaba entre sí.
RELATO DEL TALLER DE:
Taller de Escritura CreativaDeja una respuesta
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Carolina Rincón Florez
04/11/2024
Final como un giro de tuerca. Felicidades
Pues… En verdad me ha sorprendido ver una síntesis de mi obra en este sitio. Lo encontré de casualidad. Ya que buscaba si estaba publicada mi SEGUNDA EDICIÓN. Y el caso es que no sale. Apenas me sale la PRIMERA EDICIÓN. No sé qué ha ocurrido, debo informarme…
En función de lo antes dicho, ha sido un gusto haber estudiado en esta Escuela Literaria. Con mis coterráneos Gervasio y Carmen. Aunque en mi caso me ha tocado estudiar con Rafa Caunedo. Quién sin lugar a dudas, me ha aportado muchísimo, para enriquecer mi escritura. Más allá de que escribo mucho desde el 9 de enero de 1999. También es cierto que han ocurrido una series de dificultades en mi negocio el año pasado, y me vi obligado a dejarlo… Cuando me ocurren cosas malas en mi vida, nunca lo miro como tal. Sino como una oportunidad. Lo que dicho de otro modo, lo veo como una TRANSICIÓN. Por lo que ahora me dedico de manera más profesional a terminar y publicar todos los libros 📚 que tengo en mi portátil.
Muchas gracias Julio César por tus bonitas palabras. ¡Te deseamos todo lo mejor y mucho éxito con tus libros!