INTUICIÓN Y REALIDAD – Martha Josefina Sacoto Navia
Por Martha Josefina Sacoto Navia
“No eres la charla que oyes en tu cabeza, eres el ser que escucha esa charla”
(Krishnamurti)
El último mes del año, un diciembre gélido, fui a comprar una bebida caliente para abrigarme las manos y el estómago. No me gusta la estación del frío, no podría vivir en un clima de nieve pues le tengo alergia, se me baja la presión y me pongo de mal humor. He probado en diferentes latitudes del globo, pero me resulta imposible tolerarlo. Al cruzar la calle me llamó la atención un hombre que, con dificultad, oprimía el botón del semáforo para cruzar. Al ponerse en verde y llegar a la acera de enfrente, lo miré detenidamente y me di cuenta que llevaba una cura reciente pero que no le cubría toda la herida. Este hombre tenía el apósito en el mismo lugar desde cinco meses atrás. Fue una voz interior que me sorprendió y me dijo a mí misma:
—A ver si lo que tiene es un cáncer y cree que es una simple faringitis. Me quedé un rato pensativa. La voz interior me volvió a hablar:
—Ahora mismo, cuando llegues a la clínica, llamas al otorrino antes de ponerte a trabajar para que te den una cita.
Unos días más tarde, acudí a la consulta del especialista. La voz interior vuelve con insistencia:
—Pide una resonancia RMN.
Me realicé dicha prueba y el resultado fue que tenía una masa tumoral del tamaño de una pelota de golf, unilateral. Hago énfasis en unilateral porque la especialista me dijo de inmediato que había que operar. La cirugía no revestía ninguna complejidad, pero finalmente se complicó, y para lo único que sirvió fue para extraer la pieza y mandarla a anatomía patológica. Días después, cuando me visitó el oncólogo, dijo que cuando una lesión es unilateral con todos los signos y síntomas, no tenía que haberse operado, que me deberían haber derivado a un centro de detección precoz del cáncer. La actuación de la cirujana y de todo su equipo dejó mucho que desear. Me había operado en un hospital privado y parece que todo era un interés mercantilista.
A partir de ese momento, fui pasando por diferentes etapas y estados de ánimo.
Curiosamente, siempre me acompañaba esa voz interior.
—Tienes que participar activamente en las decisiones terapéuticas.
Así que decidí cambiarme al Servicio Público de Salud.
La etapa de la negación se instaló en mí, y la voz seguía resonando:
- Esto no puede estarme pasando , y además es fin de año.
La noche buena la celebré en el hospital recién operada y me dieron el alta a las doce de la noche del veinticuatro , era como una pesadilla de la que no podía despertar. Llamaba cada día al laboratorio para saber el resultado del examen patológico, y nada. Un día laborable ya por la noche me llama la cirujana y sin ninguna empatía me dio la noticia:
- El resultado del análisis es un cáncer altamente maligno.
Debía empezar el proceso de estudio de la diseminación del cancer en el cuerpo, para eso me realizaron un examen con componente radiactivo para saber la captación del tumor y su extensión. Todo transcurría en cámara lenta, el día de este examen me citaron a las seis de la mañana a un Centro especial. Por fin, me sorprendió una buena noticia, el cancer no tenía metástasis, y valorando la forma de cómo se había complicado el tratamiento quirúrgico, decidí irme a la atención sanitaria publica escuchando a mi voz que me repetía constantemente:
- No olvides presentar la solicitud en centro oncológico público antes de que sea tarde.
Yo misma, me apersoné en el centro de atención primaria para inscribirme. De forma oficial, inicié el tratamiento de quimioterapia el mismo día del cumpleaños de mis hijas gemelas. Adicionalmente al tratamiento tradicional, era necesaria una punción medular, que por si no saben lo que es, es una aguja que te atraviesa toda la médula espinal, y que no se puede explicar con palabras el dolor que se siente. Cada día era más duro que el anterior. La enfermedad te va consumiendo porque el diagnostico pesa como una espada de Damocles. Además el sistema sanitario resulta un engranaje lento y plagado de laberintos innecesarios. De la etapa de la negación pasé al de la rabia, y de nuevo surgía mi voz:
- No me lo merezco, esto es muy duro.
Estaba a merced de esa enfermedad completamente desconocida para tí aunque hayas escuchado hablar de ella y en mi caso hasta diagnósticarla, os aseguro que cuando te toca te cambia la vida para siempre, ya nada, absolutamente nada es igual, cambian tus prioridades, el entorno, las costumbres, es un empezar de cero, como volver a nacer todos los días.
El tratamiento consistía en una quimio doble cada tres semanas por 6 meses: una sistémica y la otra era administrada a la columna, con extracción de líquido cefalorraquidio, se volvió a repetir como en la punción medular un acto invasivo muy doloroso. Siempre iniciaba muy temprano, permanecí más de doce horas en el hospital. Cuando un paciente ingresa a un centro hospitalario sabe cuándo entra pero no cuándo sale ni en qué condiciones. Entre los imprevistos graves fue la alergia a uno de los tantos fármacos administrados, me dieron el alta por la noche, me fui a casa, dentro de mí me hablaba y sentía:
– Esto es como si me hubiera triturado un rodillo.
Es cierto que la quimio mata las células tumorales pero también mata todas las células nuevas, es por eso que se cae el pelo, las uñas, las pestañas que no vuelven a salir nunca más, nadie habla del daño que produce en el organismo la quimio porque no existe otro tratamiento que pueda reemplazarlo, además de ser el único que cura al paciente si las células cancerígenas son sensibles químicamente al fármaco.
Incertidumbre en el diagnóstico
El inicio del cáncer es muy variado, lo que si está claro es que a veces el diagnóstico puede ser fortuito, otras veces tras un largo peregrinar de búsquedas, de consulta en consulta de especialista a otro, finalmente se encuentra, hoy por hoy es casi un axioma, mientras más temprano sea el diagnóstico, el cancer tendrá mejor pronóstico.
Casi todos los pacientes presentan cansancio, agotamiento, que puede ser de carácter intermitente, en adultos puede pasar desapercibido por la vida tan vertiginosa que llevamos, vamos rápido a todas partes . La pérdida de peso puede ser llamativa, pero tampoco llama la atención pues vivimos el culto a estar delgados o esbeltos.
Lo más común es que el propio paciente lo defina, en el inicio de la enfermedad, como desconcertante, un viaje demencial de dónde no hay escapatoria, pues tu no decides tener cáncer, es una pesadilla de la que deseas despertar, más tarde o más temprano, es una realidad que has de empezar a gestionar.
Cuando te sorprende en la edad adulta, después de tanto esfuerzo, sacrificio y lucha constante por llegar a la estabilización de tu vida, tanto en el ámbito familiar, social, laboral, la enfermedad te obliga a tener un nuevo empezar con un futuro incierto. Acaba siendo un largo aprendizaje de todas las repercusiones y los miedos vividos durante las diferentes etapas, se despierta en ti un compromiso extraordinario con la vida.
Pasas del desconcierto a la acción, contando con el apoyo de la familia, amigos, conocidos, realizando el viaje con humildad, mirando a la vida como un descubrimiento, una transformación en sí misma.
El universo te habla
Creo que si somos un poco reflexivos, uno de los mejores momentos de nuestra vida es cuando estamos a solas con la compañía más valiosa que tenemos , nosotros mismos. En ese estado, el universo que te rodea se expande y se sienten todas sus manifestaciones, tanto en el contacto con los seres vivos como de todos los elementos.
Una de las cosas que pierdes por efecto de la quimio es la capacidad inagotable que tienen tus recuerdos, la información y la formación, ya nada tiene importancia ni urgencia, no porque tú no quieras si no porque casi pierdes toda la cognición, estando en esta etapa perdí hasta mi voz interior y eso lo eché en falta. Así como cada huella dactilar es única, también es la evolución del cáncer en cada organismo.
Cuando llegaba a las salas de espera para las siguientes dosis, veía tantas personas, cada uno era completamente diferente, en distintas etapas de la enfermedad. En cualquier circunstancia, el paciente debería recibir todo el soporte necesario, en todos los ámbitos de su vida, no recurrir a un estado proteccionista , los que lo padecemos, tendremos por delante unos meses oscuros, por lo que se debe dejar a un lado todo lo demás, incluso, el trabajo, ya que todas las fuerzas deben invertirse en la conquista contra el cáncer.
Toda mi admiración, solidaridad, empatía, y ponerme en el lugar de todas las personas que tienen por delante el desafío más grande de resistir para conservar su propia vida, sin olvidar a familias y amigos verdaderos.
No encuentro las palabras necesarias para expresar lo que se siente, en primera persona es distinto y casi imposible poder describir lo indescriptible.
Las personas que sobrevivimos a este trance, lo único que pedimos es vivir, seguir vivos, pero con salud. La salud es lo más importante absolutamente para todos. Y por el placer de estar viva , contarlo y compartirlo.
RELATO DEL TALLER DE:
Taller de Escritura CreativaDeja una respuesta
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María Isabel López Ben
07/10/2024
Bravo Martha, tu relato ha experimentado un enorme transformación desde el primer dio que lo leí. Te animo a convertirlo en un relato más largo e incluir puntos de vista de médicos, voluntarios y enfermeras.
Creo que tienes muchas vivencias que compartir