LA LLAVE A UNA INTELIGENCIA MÁS GRANDE QUE YO – Carolina Rincón Florez
Por Carolina Rincón Florez

LA LLAVE A UNA INTELIGENCIA MÁS GRANDE QUE YO.
Un cuervo muy negro, muy grande pegado de barriga contra la ventana de mi cuarto, sus alas desplegadas, me decía: — Nos lo vamos a llevar, ya no pertenece a este hogar, tu aprendizaje al lado de Diego ya terminó, ahora seguirán otras experiencias. “Yo no paraba de llorar, veía al cuervo llevándose a mi marido, al padre de mis hijos y yo abrazando a mis hijos y gritando —por favor, no se lo lleven— Me desperté destruida, en ese momento lo supe, supe que mi hogar se terminaba”.
Año dos mil diez, no recuerdo el mes, recuerdo que era un jueves. El día que recibí la información que me sacaría de una realidad de ignorancia y me llevaría a una de sabiduría: un curso llamado “Escuela de Magia del Amor para aquellos que no necesitan sufrir más”. Escuela creada por Gerardo Schmedling y curso dictado por Daniel Castro Carvajal.
La información me la dio mi amiga Adriana, ella intuyó mi necesidad de recibir nueva información que me sacara del túnel sin salida en el que me encontraba metida. Hoy entiendo lo que dicen de que el profesor aparece cuando el alumno está listo. Yo estaba lista. El propósito de la escuela es mostrarnos cómo funciona la vida, el porqué de las diferentes situaciones que experimentamos los seres humanos y liberarnos del sufrimiento. Llamé y quedaba un cupo, de una lo tomé. Ya han pasado quince años y no he encontrado mejor información que la de Gerardo Schmedling filósofo, humanista, teólogo, autodidacta, dictada por Daniel Castro Carvajal, sicólogo
Tenía 47 años, un matrimonio de quince años, en el que había desarrollado una gran codependencia a mi marido, a mis hijos, al hogar. Había aprendido a ser víctima aunque no era consciente de ello. Siempre quejándome.
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El ser víctima me daba poder, me regodeaba en el sentir pesar por mí misma y me daba tema para hablar con mis amigas. Ellas a su vez también eran víctimas, así que teníamos un propósito en común: ser mártires del destino.
Después del curso de ese fin de semana, seguí yendo a clase de manejo de la vida desde la comprensión, no desde la ignorancia. Era inconsciente de que la información, dada en el curso, estaba llevándome a lo que hoy después de quince años de haberlo tomado,
mirando hacía atrás, llamó: Mi despertar a la comprensión de todas las experiencias vividas: las que ya estaban predestinadas y las que fui creando en mi caminar, ya no sufro pues ya comprendo.
1- Haber nacido siendo gemela: por veinticuatro años fuimos una sola, no sabíamos que era estar la una sin la otra, mientras que estuviéramos juntas ya éramos un todo.
2- Un padre alcohólico: Aunque con nosotros los hijos era puro amor, nunca un regaño, nunca un castigo, nos lo daba todo y nos aceptaba al ciento por ciento, sin juzgarnos, era el abusador de mi madre: la golpeaba, la celaba, la maltrataba, infiel; fue el diario vivir de nuestra infancia.
Sé que lo que me salvó de una destrucción emocional fue el tener una gemela; como dije: lo éramos todo.
3- Madre abusada y perfeccionista: Siempre dedicada a sus hijos, nunca nos faltó ni un día. Sin embargo el abuso que recibió, fue trasladado a nosotros. Los castigos, las jaladas de pelo, los pellizcos típicos de la educación de la época; su perfeccionismo, donde no paraba de buscar la perfección, lo que la llevaba a juzgarnos, culparnos, burlas, lo que se disfrazaba en preocupación de que todo era por nuestro bien… La parte física era su mayor preocupación, lo cual me llevó a ser demasiado exigente conmigo misma:
Deporte, dietas, abusos con el azúcar; obsesiva con el estudio son las cosas que más recuerdo que por momentos parecían ser dañinos por ser llevados al extremo, pero hoy pienso que el hábito del deporte y el estudio me salvaron la vida.
Las dietas mal hechas y el azúcar me hicieron tanto daño emocional en mis tempranos veinte que a hoy los veo como mi salvadores, pues me mostraron el valor de sentirme bien a una temprana edad
Los resultados de los contrastes en los hábitos han sido los que han desarrollado una gran fuerza de voluntad en mí.
Volviendo a mi madre, era lo que se consideraba una madre excelente en esos tiempos: meterse en la experiencia de vida de los hijos al extremo de no dejarlos ser más que a imagen y semejanza de su ideal. Siempre a nuestro lado aun desde su ignorancia.
Ignorancia que todos cargamos hasta que nos saturamos de sufrir y empezamos a buscar nueva información.
***
Mi hermana se casa a la edad de veinticuatro años, ese día mi mundo se parte en dos un antes y un después. Y es ahí cuando empieza mi verdadero sufrimiento: el aprendizaje del desapego. Días y noches mirando al techo incapaz de levantarme de la cama. Para ese entonces vivíamos en Atlanta, USA. habíamos ido a Colombia de vacaciones, fue cuando ella conoció al que hoy es su marido, se casaron y se quedaron a vivir en Colombia y por ende yo también.
Hoy miro para atrás y lo que yo pensé, en ese momento, que era lo peor que me había
pasado en la vida, fue lo mejor, pues ahí empezó, sin saberlo, el trabajo en mi misma.
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Un antes:
Hogar alcohólico y perfeccionista: mis padres, los encargados de instalar mi destino a través del sufrimiento, culpa, vergüenza…
Hermana gemela: que estando juntas podía pasar lo que pasara, todo era perfecto, nos completamos la una a la otra, me abandona.
Estas fueron las bases de mi destino, hoy lo veo así.
Un después:
Aprender a conocerme, mirarme en un espejo y ver si la que estaba enfrente era yo o no, pues mi hermana era la encargada de decírmelo. Afuera de mi todo perdió valor y es ahí donde me vi obligada a hurgar dentro de mí, el único sitio donde encontré lo que tenía que sanar para salvarme.
Encontré:
La culpa: Mi madre siempre nos culpó de haber perdido su juventud por tenernos a los diecisiete años, lo que instaló la culpa.
La vergüenza: Mi cuerpo tenía que estar perfecto, para no sentirla.
La tristeza: un gran vacío en mi corazón, causado por el hogar disfuncional.
Y todo aquello que me llevó a victimizarme. Así seguí hasta que me casé con el que me daría el último empujón para comprender y este fue mi ex marido.
Todo esto no era por casualidad, era el camino que tenía que seguir para entender que la única responsable de mi vida era yo misma, que no había víctimas, ni victimarios, que yo era creadora de mi propio sufrimiento por la interpretación que le daba a todas mis experiencias buscadas y no buscadas, simplemente tenían que estar ahí, para mi despertar. Este milagro empezó desde que nací. Lo que he vivido y seguiré viviendo era y es lo que me faltaba y falta por comprender. Ahora estoy en la capacidad de analizar y comprender lo que escribo en este párrafo gracias a la información de sabiduría recibida en la Escuela de Magia del Amor para los que no quieren sufrir más.
Me caso con el perfecto, para terminar de aprender; diecisiete años de matrimonio con el ser más desprendido del mundo, Diego, el que no se quería a sí mismo ni a nadie; el que me votaba la puerta en la cara y se iba, el que vivía una vida de soltero dentro del
matrimonio.
Hoy sé, que no fue por casualidad, él, jugó el rol que yo le debí pedir cuando éramos almas:
—Acompáñame en la próxima vida y haz todo lo que tengas que hacer para que yo desarrolle amor propio, aprenda a respetarme, a poner límites, a ser feliz conmigo misma; a no estar con nadie desde la necesidad sino desde el amor, desde el valorarme.
Aprender a qué lo que yo no haga por mí, nadie lo va a hacer. A qué nadie cambia a nadie, a respetar la experiencia de vida de otros, incluyendo la de él y que si no estoy de acuerdo con algo que no se puede cambiar: o lo acepto o me voy. Yo haré el papel de víctima y tú de verdugo.
— Daré lo mejor de mí en mi papel de verdugo, para que no te quede nada sin aprender —. Estoy segura que esa fue la respuesta de Diego, porque así fue.
El destino intervino: — cuando ya te vea lista para seguir tu camino, el trabajo de tu marido terminará, y ese día les mandare una señal. Ustedes tendrán un velo que no les permitirá recordar el pacto.
Llegó el cuervo y se lo llevó. Esa fue la señal.
Gracias a esta experiencia de vida al lado de mi ex marido y el sufrimiento que acompañó la experiencia, busqué nueva información que me llevó a la comprensión que tengo hoy en día. Ya se que nada es por casualidad, miro hacia atrás y solo me queda agradecimiento.
A mi ex marido, lo valoro porque hizo el mejor trabajo. Se encargó de mostrarme todo aquello que yo no veía de mí misma, y lo hizo sin decir una palabra, sólo a través de su comportamiento. Cumplió con el pacto de nuestras almas. Lo que me llevó a buscar nueva información saliendo de un mundo lleno de sufrimiento e ignorancia y entrando a un mundo lleno de comprensión y sabiduría.
Después de nuestro divorcio empezó el verdadero trabajo de aprender a ser feliz, a pesar de lo que pasara fuera de mí: lo ya creado, lo que está fuera de mi control; en contraste con lo que yo sí puedo controlar: yo creo mi realidad desde mi vibración, sentimientos, pensamientos los que dirigen mi actuar alineándose con cualquiera de las realidades que ya existen.
Aprendí que cada vez que cierro los ojos y los abro puedo cambiar mi realidad si cuando los cierro cambio de pensamiento y vibración.
Tantos años viviendo desde la información dada en Escuela de Magia del Amor, me han enseñado a amarme mas que a nadie en este mundo entendiendo que todo es perfecto y necesario para elevar mi estado de consciencia convirtiéndome cada vez en mejor ser humano, disfrutando mi compañía; ser feliz por mí misma y estar en paz, dando lo mejor de mí a los demás.
Me falta esta vida y seguro muchas más pero ya encontré el camino perfecto para vivir en el paraíso acá en la tierra y es dentro de mí, es un estado mental, yo genero mi realidad cuando dejo de sufrir, valorando lo que tengo, dejando de desear lo que no tengo, haciendo lo mejor con lo que tengo me hago correspondiente con lo que ya está creado para mí, alineándome desde mis pensamientos, sentimientos y acción.
“Entrad al reino de Dios dentro de tí y todo se te dará por añadidura”
Es la frase que repetía Daniel en la información dada en Escuela de Magia del Amor. Hoy en día mi salud es perfecta pues no sufro, y si no sufro no me enfermo. Tengo recursos pues al no sufrir tengo energía y actitud para hacer lo que tengo que hacer. Me adapto a lo que esté para mí y tengo relaciones desde la afinidad, pues es lo que atraigo. Toda la información que recibí en esta escuela me abrió el camino a vivir una vida feliz, en paz, dando lo mejor de mí en todo momento, creándola desde mi interior. Cuando las cosas no están bien, cuando sufro, cuando no estoy en paz, recuerdo la información que me pone en el camino de nuevo.
Una tarde estando en clase con Daniel en un edificio de muchas oficinas, bajé por la escaleras y vi a través de una puerta a un hombre con una pluma diciendo “yo soy”. Entre, me acosté en una camilla, me dijo que era un maya y empezó a soplarme con la pluma repitiendo las palabras yo soy, yo soy, yo soy. Salí sin entender nada, abrí youtube y busqué “yo soy”, me salió El libro de oro de Saint Germaín. No tengo palabras para describir lo que ha sido mi vida desde esos días, lo dejo para otro capítulo
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