LA MAGIA

Por Isabel Navalón

Era una mañana de otoño, soleada pero gris. Se respiraba el aire puro de la mañana, los arboles se habían desperezado y soltado las hojas que ya no necesitaban. El parque estaba en plena ciudad y funcionaba como un paréntesis en el caos de ruido, estrés y descontrol de la primera hora de la mañana de aquella capital. Pablo apareció, como cada mañana, por la entrada principal del parque con Max, su fiel mastín. Sin embargo, hoy su mirada soñadora tiene un matiz distinto: permanece fija en la dirección opuesta, por donde acaba de aparecer una especie de diosa del siglo XXI, con una perra preciosa, igual que ella.

De repente los dos perros corren desesperados, uno al encuentro del otro, como si algo mágico hubiera ocurrido entre ellos y no pudieran controlarse.

Mientras, Pablo se ha quedado como hipnotizado; no pestañea, casi no respira y sale en busca de Max mientras piensa:

-¿Por qué es tan guapa?. Yo no puedo creer que siendo las 8 de la mañana una persona pueda estar tan guapa, tener esa gracia al caminar, lograr que su perra camine al mismo paso que ella, como si todo fuera perfecto. Nunca creí posible volver a conectar a primera vista otra vez, después de todo lo que he sufrido….

Nunca aprenderé. Pero ¿cómo puede un hombre como yo resistirse a una mirada como la de ella? ¿Cuál será su nombre? ¿Tendrá pareja? ¿Será simpática? Y su perra, pero si es tan perfecta como ella, ¡Dios Santo! Max acaba de olvidar que es un mastín y solo puede mezclarse con «las de su raza». Está tan hipnotizado como yo. No, No, ¡Max paraaaaa!

Al otro lado del parque, Paula camina inmersa en sus pensamientos:

– Definitivamente estoy amargada. Todos los días la misma rutina: levantarte temprano para pasear a esta perra estúpida que no sabe ni mear sola; arreglarme para estar perfecta, cuando ni me ducharía si por mi fuera; Salir a andar, con lo que odio andar ¡por Dios! ¡Quiero ir en coche hasta para ir a buscar el coche! Pero no, tengo que representar este papel estúpido que me hace parecer perfecta. Mierda, mierda y mierda. Me encanta decir palabrotasssssss y ni siquiera puedo expresarme con libertad. Quiero gritarrrrrr. ¿Qué mira esta estúpida perra? No puedo creer que este mirando a aquel mastín que viene hacia aquí… ¡Socorro!

La escena es dantesca: Pablo, embobado mientras mira a aquella preciosa mujer gritar como loca porque Max se abalanzó sobre ella y no deja de lamerle la cara con una pasión y un afán desmedido. –

¿Alguien puede quitarme de encima a este estúpido animal? – gruñó Paula. ¿Se puede tener más mala suerte? ¿Hasta los perros me persiguen? ¿Por qué no puedo pasar desapercibida? ¡Por Dios! –

Max, ven aquí inmediatamente! – Dijo Pablo mientras agarraba al perro por el collar y se lo sacaba de encima. Tranquila, es que no ha podido resistirse a tu encanto. – dijo él mientras la miraba obnubilado.

– ¿Tu eres el dueño de esta bestia? ¿Por qué me miras así? Despierta estúpido. – dijo Paula mientras le pegó un empujón y empezó a caminar en sentido opuesto.

– ¡Espera, espera! Acepta mis disculpas y vayamos a tomar un café. Mira que bien se llevan nuestros perros. No te enfades, por favor. La vida ha querido que nos encontremos. – dijo Pablo con esa dulzura tan propia de él.

Pablo es correcto, ubicado, coherente, optimista. Siempre encuentra una razón positiva para explicar la mayor desgracia que pueda ocurrir. Para él todo es perfecto, nada es por casualidad. Todo pasa porque tiene que pasar y hay «una lección escondida en cada gesto», en cada persona, en cada hoja que cae del árbol en el momento preciso en que tiene que caer.

Paula se detuvo, dio media vuelta y se dirigió enfurecida hacia él. Cuando estaba a un palmo de su nariz le dijo:

– Mira, aprendiz de » Buda», no me vengas con sabias palabras ni reflexiones estúpidas porque no estoy para optimistas redomados como tú, ¿entiendes? Me olvidas. Me borras de tu mente. Nunca me has visto y nunca más aparezcas por mi vida. Le dices al Universo perfecto del que formas parte que me borre de tu guión, ¿me has entendido? ¿Me he explicado con claridad? – dijo y echó a correr en sentido opuesto, con su perra Luna detrás de ella, dejando a todo el mundo sin respiración.

Paula no siempre fue así. Mientras corría desesperada calle arriba se dio cuenta que dos lagrimas rodaban, tímidamente, por sus mejillas. Hacía mucho tiempo que no lloraba. Exactamente 5 años……desde aquel fatídico día en que su vida cambio por completo.

Agotada se detuvo en seco, se sentó en un banco y empezó a llorar desconsoladamente sin control, no podía parar. Tampoco quería hacerlo. Cuanto dolor contenido, cuantas emociones dormidas…Luna miraba atónita a su dueña porque nunca la había visto llorar. Se sentó a su lado y agradeció, con esa forma de mirar tan profunda que tienen los perros, haber conocido a Max y a su dueño. Por fin sus vidas iban a cambiar.

Pablo estaba emocionado. Había encontrado una nueva razón de vivir. Le encantaban las difíciles pruebas que le ponía el destino para demostrar, una vez mas, que todo es perfecto, que todo pasa porque tiene que pasar y que las casualidades no existen.

– Es tan mágica la vida, Max. Hoy, nuevamente, has abierto otro canal para sacar a alguien del pozo oscuro en que se encuentra. Gracias, gracias y mi gracias. – le dijo a su perro, convencido de que ambos formaban parte de un plan perfecto. Ahora había que tener los ojos muy abiertos y estar atentos a las señales. Paula y Luna aparecerían de nuevo en su camino, sin buscarlas, y ahí estarían ellos para hacer lo que su corazón dictara.

Pero esta vez las cosas no ocurrieron tan rápido. Habían pasado ya 5 años desde aquel encuentro en el parque y Pablo no había vuelto a ver a Paula. Su vida había transcurrido como siempre: cada mañana había acudido al parque con la esperanza de verlas aparecer, pero nunca ocurrió. La buscó por todas partes, pero no sabía nada de ella, ni siquiera su nombre. Aunque su corazón le decía que algo los conectaba, la vida se encargaba de demostrarle, una vez más, que las cosas ocurren cuando tienen que ocurrir y no cuando uno cree que es el momento.

Pablo siempre había sido un soñador y la librería que su padre le dejó en pleno centro de Barcelona, lugar de referencia para escritores y seguidores de la New Age, le aportaban el marco perfecto para dejar volar su imaginación y creer que todo es parte de un plan perfecto. Sin embargo, esta vez, la espera fue demasiado larga y se rindió a lo evidente: nunca la encontraría.

Sonó el teléfono y al otro lado de la línea estaba Alejandro, un editor amigo de Pablo desde siempre.

-Pablo ¿estas ahí?

– Quien habla? Alejandro? Cuanto tiempo sin escucharte querido amigo. – contesto Pablo.

– Si, llevo fuera varios años buscando nuevas promesas en Sudamérica. Y ahora he regresado tras la pista de una escritora que desafía las leyes del Universo y cuestiona todo en lo que creemos, amigo. – dijo Alejandro. Publica relatos basados en hechos reales y plantea debates acerca de la cruda realidad. Es tan fría y tan implacable en sus argumentos que siempre que leo algo de ella pienso en ti: serías el único capaz de hacerla cambiar de opinión.

– Tú crees? ya no soy el que era. Creo que la magia me dejo a un lado hace tiempo, amigo. – dijo Pablo con tristeza.

– Bueno comprobémoslo. El próximo martes Paula Villaseca viene a dar una charla a Barcelona. Te llamo para invitarte a ir juntos. – dijo Alejandro ilusionado. Si no logramos nada por lo menos recordaremos viejos tiempos en los que sentíamos claramente cuál era nuestra misión: hacer despertar el lado mágico de la vida en cada persona que nos cruzábamos.

– Perfecto. Iremos y trataremos de despertar de nuevo, – contesto Pablo ilusionado.

Y entonces ocurrió: Aquel martes de diciembre al entrar en aquel salón la vió y volvió a sentir el mismo vuelco en el corazón que aquella mañana en el parque hacía ya 5 años.

El moderador la presentaba: » Paula Vilaseca, nacida en Madrid. Es directora de una revista de éxito que relata y documenta historias raras basadas en hechos reales y aparentemente misteriosos. Hace 7 años perdió en un accidente a su pareja y a sus dos hijos mellizos de 3 años. Desde entonces desafía al Universo para demostrar que todo es mentira, que nada tiene sentido y que lo que pasa es pura casualidad para amargar la vida de la gente.»

Fue entonces cuando ella levantó la vista y se encontró con los ojos de Pablo, con esa mirada profunda que conectaba con su alma. Se miraron durante un largo espacio de tiempo. Nuevamente la magia intervino en la vida de dos seres desconocidos para hacer despertar en su interior esa luz que ilumina el corazón de todos, pero que a veces esta tan oculta que impide iluminar nuestro camino.

En breve podremos saber que ocurrió después en la vida de Pablo y Paula….

Mientras tanto, quizá al terminar de leer estas líneas cierres los ojos y trates de conectar con tu propia luz interior. Vigila su intensidad y si crees que no ilumina lo suficiente tu camino, busca señales a tu alrededor porque seguro que algo mágico está a punto de ocurrir. Tal vez el desconocido que conociste ayer en el ascensor; o el niño que te mira de reojo todos los días cuando te cruzas con él en la escalera tienen algo que decirte…. ¡¡ Feliz despertar!!

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