LO QUE VEO Y NO VEO… – Mª Carmen Pérez Jodar
Por Mª Carmen Pérez Jodar
En un principio la luz (=alumbramiento) o genialidad de la poesía deslumbra tanto que ciega, así que no se ve nada en absoluto.
Más tarde lo que se llega a ver poco a poco, y en un principio, es horror y fealdad. También el sufrimiento y la gran separación entre las personas hace no ver nada bonito o agradable.
Finalmente en el último poema que cierra el conjunto, se ve con tanta claridad todo (lo externo y lo interno) que incluso acompaña como fiel amiga la poesía al poeta.
CIEGO ALUMBRAMIENTO
Aleteante respiro
que no dura un suspiro.
Una sutil brizna
sobre el firme lino,
que clama al cielo auxilio.
Deseo anhelante,
vaivén inquietante.
Unas rosas aromando la Tierra,
sobre la que el hombre yerra.
¡Meditación hacia lo Alto!
¡Reflexión infinita
apareada a la más excelsa cita!
¿Qué es este ciego alumbramiento?
Nada, ni nadie a verlo llega…
sólo algunas manos elegidas de letra griega…
VEO ESPANTO
Cada día que me levanto, veo
a mi pobre gente, muerta de dolor.
Sometidos bajo el yugo del Opresor,
gimen incesantemente sus lamentos con temor.
Cuerpos castigados por el hombre
que grita: ¡Más vamos!
Ya no son cuerpos, sino detritos y sudor.
Somníferos, antiinflamatorios, antidepresivos y
antis y antis para combatir tanta opresión con clamor.
Sonámbulos por las calles de la Gran ciudad
que deambulan de aquí para allá,
para llenar los vacíos que el Poderoso vacía sin amor.
Pobres muertos vivientes en hogares
intentando descansar,
frente a las hipotecas e impuestos que hay que pagar con dolor…
Y cuando en el sofá, delante
de la Caja mágica que habla sola,
sólo se ve el Espanto y la Barbarie
que nuestros hermanos tienen que soportar con amargor.
¿Dónde está nuestro Dios?
Horror y pavor,
sentimos los que vemos cada día ese temblor;
escenas e imágenes
que no son de una película de Ciencia ficción,
sino es crudamente la pura realidad del acreedor.
La Crueldad en mayúsculas,
deshumanización en estado puro…
¡Pobre Madre Tierra!
¡Pobres animales!
¡Pobres bosques y pobres mares!
¡Mi temor es cada vez mayor!
NO TE VEO.
Aún estando lejos,
te sigo.
Presencia y ausencia
en mi presente memoria.
Verte, no te veo.
Recordarte, sí, en el centro de plexo.
Dos desconocidos, conociéndose,
el mar entre medio.
Hablamos por pensamientos,
nos entendemos por el llanto.
Pero quedan las ganas del abrazo.
Los secretos no se cuentan
y las manos tampoco…
En la distancia, lento pasa el tiempo;
en la cercanía, rápido pasa
el momento.
Los dos estamos igual,
a la espera de que llegue
el encuentro,
aún muriendo por dentro.
Poco a poco,
nos vamos acercando.
La lejanía se acorta,
conforme
vamos conversando.
ANTE MIS OJOS
Ante mis ojos,
en el frente,
observo compasivamente el sufrimiento.
Nada entiendo.
La vida así no tiene sentido.
La vida ¡cuán hermosa era!
Cuando el hombre compartía su portento
y nada sobre la faz de la Tierra
se podía comparar con ese tiempo…
Ahora impasibles
y fríos nos separamos con odio.
No recordamos que una vez
fuimos reunidos por el viento.
VEO, VEO…
Veo, veo…
Veo una claridad muy intensa
que me ciega.
Son las seis y media
y todavía la blancura de nubes de borregos
pintan el azul cielo transparente
por todas partes.
Estoy sentada en el balcón de casa,
en una silla de cañas y cuerdas.
Al lado de mi edificio
hay un colegio de ladrillo visto rojo teja.
Alrededor de la valla
los verdes la abrazan,
estos exhalan madreselva
(jazmín, azahar y miel)
verde esmeralda intenso,
verde manzana más cítrico,
y verde lechuga más fresco…
Huele a hierba mojada,
el jardinero está con el corta césped.
Un ciprés alto y puntiagudo como una espada
mira hacia arriba dominando la escena;
está casado con la acacia,
de ojos almendrados.
Como quedan tres días para el verano,
los pájaros ya han encontrado pareja,
y revolotean locos de pasión
por las ramas que les acarician.
Te escribo estas líneas
con mi Staedtler HB de granito,
siento la madera natural
que roza el papel virgen-blanco.
Juego a malabares
con mis dedos desnudos.
Mi goma blanda es de Milán,
lleva una paloma dibujada.
Me relaja mucho tocarla y
acogerla en mi palma.
Mi notebook de cartón, rojo sangre
me acompaña, siempre, siempre…
Es como tú,
mi compañero del alma.
RELATO DEL TALLER DE:
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María Isabel López Ben
07/10/2024