MI PIEL EXIGE – Milagros Palacín Navarro
Por Milagros Eleuteria Palacín Navarro
De pequeña me gustaba mucho leer. Años más tarde, el entusiasmo de uno de mis profesores de Literatura me llevó a acrecentar mi interés por esta y a disfrutar de la poesía.
Me agrada escribir. Siempre me ha calmado y hace que me reencuentre conmigo misma. Escribir poesía me provoca, al principio, una cierta inquietud, pero después lo disfruto. Es un reto, que me gusta trabajar.
El título de mi poemario es: Mi piel exige
La necesidad de expresar siempre lo que siento, lo que acumula mi piel, me ha llevado a elegir los poemas que presento. El orden recorrido por ellos empieza por ese encuentro atrapador con la poesía, sufriendo y gozando. Después transito con ella por el camino que yo quiero, ya sea por el dolor de la ausencia y des-esperanza, o por el de la ternura y los sueños blancos.
Cautiva
Apareció inesperada
para sorpresa
de mi ignorancia
y fui cautiva.
Tiñó su luz blanca
de cierta oscuridad,
creando en mí
un rápido desconcierto.
Aún en la penumbra,
su poderosa atracción,
me llevó a no distinguir
entre ilusión o desdén.
Ella, sabedora,
tiraba, sibilina,
de sus hilos de poder.
Yo, consciente,
me abandonaba.
Con delicadeza,
me arrastraba.
Urdiendo la trama,
me envolvió amorosa.
Y fuimos una.
Impulso
En silencio. Recojo
minutos dichosos,
espacios en blanco,
ratos de dolor.
Ordeno, o no,
mi sentir primero,
a veces serena,
otras veces no.
Vivo el placer,
le grito a la vida
y mi piel exige
grabarlo en papel.
(Des)esperanza
Noches de limbo y ausencia,
horas de búsqueda amarga.
Soñabais, sabiendo
que los caminos
seguían tan mudos.
¡Esperabais a un hombre con nombre!
¡A todos los hombres con nombre!
Tiempo de soledades.
Malheridas para siempre.
La casa en otro lugar.
Sin compañero,
sin padre.
Odio. Miedo. Esperanza.
Vuestras miradas, la pena.
Sangre obscena en sus entrañas.
Alma de cristal, vosotras;
el tirano, alma de piedra.
¡Esperabais a un hombre sin nombre!
¡A todos los hombres sin nombre!
A mi abuela.
A mi madre.
Olivia
Llegó volando infinito,
la golosina.
Bajó la escalera
en brazos de un abrazo.
Emocionó la espera
con pétalos de ternura.
Pequeña,
rica en verde de iris.
Mientras su voz
pincela el viento,
danzan nuestros oídos.
Juega para sí. Verla,
el mar tranquilo,
fiesta de emociones.
Sospechar sus besos,
envoltorio mágico.
Degustarlos, goloso momento.
Oler su almohada
de sueños blancos,
el gozo de volver a esperar.
RELATO DEL TALLER DE:
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Carolina Rincón Florez
04/11/2024