LUCES Y SOMBRAS DEL MALTRATO – Mª Teresa Santana Blanco

Belleza y Horror, De Niña a Mujer, Luz y Oscuridad, las polaridades nos hablan de la vida en toda su extensión. Nos hablan de lo que la vida ES y de lo que la vida DA. Si en la vida hay esto, también habrá lo otro.
¿Buscas luz?
La luz de mi vida y mi momento más feliz evoca el día que por fin tras tres intentos lograba ser madre y lo haría nada menos y nada más con el hombre que durante veintisiete años había acompañado cada momento de mi vida menospreciándome, ignorándome y haciendo que cada decisión fuera incorrecta, inoportuna y obstaculizada por él para que renunciará a lo que para mí era importante.
Parece que aún recuerdo aquel momento que le pregunta a mi madre si sería sensato continuar adelante y ser madre con el hombre que tanto daño me había y seguía causando, ya con treinta y nueve años el tiempo iba en mi contra y dos anteriores intentos frustrados, pero aún así mi madre me invitaba a seguir fuerte para hacer realidad mi deseo infinito de SER MADRE y de la dura experiencia del hombre que acompañaba esa experiencia, renacería yo junto a mi hija Sara, así como la oportunidad de poner fin a aquella relación de maltrato y dependencia emocional que me impulsaba, pues una y otra vez, transforme cada impedimento en fuerza para seguir adelante hasta conseguir cada uno de los objetivos y sueños de mi vida en los que creía.
Te daré oscuridad también. Sin oscuridad la luz no puede brillar igual.
En mi vida he transformado la oscuridad en oportunidad, he superado cada adversidad reescribiendo su sentido, creo que soy de esas personas que el listado de recuerdos tristes es más extenso que aquellos que han sido alegres.
Y el primer momento infeliz de mi vida fue en mi más tierna infancia, cuando perdí mi derecho a la niñez, desde aquel momento que tuve mayor consciencia de la realidad del seno de mi familia, mi tan querida madre y padre, que no cesarían de agredirse física y verbalmente de forma inesperada e intermitente cada uno de los días de mi vida, la de mis hermanas y de los animales que como mascotas nos acompañaban.
Perdí además el derecho a llorar durante aquellos temidos episodios, tuve que normalizar aquella realidad que despertaba en mí un enorme y aterrador miedo, un intenso dolor y sufrimiento por las mujeres más importantes de mi vida, sin que pudiese protegerlas ni defenderlas, algo que a medida que fui creciendo fui integrando con dolor, convirtiéndome en una implacable mujer, cuya dureza, exigencia y resistencia, tantas veces me ha impedido ser persona o recordar que soy humana también.
Quizás esa era la razón más poderosa para pasar más tiempo de mi vida leyendo y estudiando, en lugar de jugando, quizás para rescatarme de tanto dolor insostenible siendo tan pequeña, soñaba como en los cuentos de princesas el día que llegaría mí príncipe para rescatarme de tanto sufrimiento, sin imaginar que mi príncipe elegido sería el causante de mucho más dolor y sufrimiento que todo lo vivido, hasta hacerme agonizar en lo que yo insistía en mal llamar amor.
Poder ver estas polaridades y cómo nos influye, situarnos en un extremo u otro forma parte de nuestro crecimiento personal.