CINCO CHARCOS VOLÁTILES – Bittor Duce Zubillaga

Por Bittor Duce Zubillaga

Introducción

No se da uno cuenta de lo difícil que es escribir hasta que lo intenta. Leer es más sencillo, dicen. Leer un crucigrama terminado es fácil, sin embargo, leer una frase inacabada requiere más esfuerzo. Requiere que tú, lector, y yo nos pongamos manos a la obra y cerremos esa frase de la forma que nos lo diga un “algo” de nuestro interior.
En estos cinco poemas de juventud tardía, he intentado, ante todo, ser honesto conmigo mismo y con todo aquel que invierta su tiempo leyéndolos.
Se trata, básicamente, de reflexiones propias sobre diferentes temas y situaciones, escritas de tal forma que cualquier entendido en poesía pueda asegurar que, independientemente de su calidad, se tratan de escritos que merecen la etiqueta de “poemas”.
En los dos primeros intento transmitir lo que para mí significa la poesía y, a su vez, darme a conocer al lector a este respecto. El tercer poema es, eso creo yo, el más íntimo de los cinco: por esa razón lo he colocado justo en la mitad de los poemas presentados. El cuarto es un pequeño juego, quizás más ligero que los anteriores, con un mensaje claro para mí, pero, probablemente, “abierto” para el lector. Finalmente, acabo con un poema que, forzosamente, debía ser el último. Espero que el lector entienda el porqué.
A todo aquel que los lea, decirle que me sentiría realmente orgulloso de mi trabajo con tal de que un único verso, de entre los cinco poemas, le haga sentir “un algo”.

 

Poesía
y me piden que hable de ti
como si te conociese
como si te hubiese acariciado
alguna vez la voz

pues bien: eres para mí una mujer, una
mujer de ojos pardos y labios finos; una hoja de castaño,
la corteza de una encina, una trucha del pasado
―con motitas rojas―
refugiada debajo de una roca viva.

has lidiado en Tertulias y Burdeles, has descansado
sobre semillas de lino
Vives.

he soñado con tenerte a mi lado
con respirar tus senos olvidados
y no puedo dejar de pensar en ti.
y no puedo dejar de pensar en ti.

Dime, ¿cómo se me puede pedir que te describa,
golondrina, si cuando creo que te has posado
dejo de verte, dejo de verte―

eres el tirante negro del sujetador,
tímido y descarado,
presionando aquella piel
marrón avellana.
dejas la puerta abierta y entro en tu laberinto
lleno de escaleras de piedra desgastada.
entro en un jardín donde conviven
petirrojos, chopos y sapos.
me pierdo, veo la puerta, me pierdo

y hay quien se cree tu Dueño:
si eres como el viento del desierto―
hablas y te ignoran, te tocan
y eres espuma,
te miran y ven andamios
mutilados

te escucho con mis tripas―
te escucho y te escapas
Porque para eso naciste,
para escapar de las Palabras
para saltar el cercado
para dejar tu huella de
Plomo
de silencio reposado

 

 

 

Mi Poesía
nos encontramos en un
camino lleno de
cruces y rotondas

y rodaba y rodaba
y me gustabas cuando
callabas porque
entonces te seguía. Aquellos

días azules
aquel sol de mi infancia
te olvidé, pero te guardé
y ahora brillas, brillas

mudaste el idioma
―me llena tanto su sonido―
tú eres más basto más rudo mas
me gustan tus manos calludas
trabajadas, cristalinas

oso a escribir palabras
que he leído. No plagio:
replico las campanas que
un día fueron castradas

no sé si duermo solo
o si sueño que estoy
contigo, poesía de trigo

Veo
I
Tengo un whisky ―a oscuras, sin abrir―
desde hace más de cincuenta años. Me
lo regalaron cuando nací. Lo saco y lo
observo. Ámbar neutro perpetuo.

II
La tristeza y la alegría caminan sin
camino, despeinadas, sin hora de
regreso a casa. El amor ―eso―
cae. Si intentas recogerlo se divide,
como antaño las gotitas de
mercurio en el suelo de la cocina.

III
Y nos citamos todos en el ático,
pero nunca estamos todos. El
diván lleno de peluches y cojines
polvorientos―
hay caras que no reconozco, pero
las he oído, las he obedecido.

IV
Lo peor de cumplir años es
no cumplirlos. Lo peor de mi vida,
los mejores años.

V
Vivir junto al mar:
las galernas, la playa,
las sirenas, las medusas
sobre la piel fresca.

La obsesión: pensaba que
aquello era amor.
Era amor, era amor, era amor―

Son dos personitas,
las dos únicas razones
por las que la lluvia no cesa.

VI
Entre la vida y la muerte, una cuerda
de guitarra, unos acordes, una sonrisa.
Entre el cáncer y mi yo, una batalla:
cáncer, ¡escucha! Cáncer, cáncer:
ya no soy una espiga. Soy química,
que surca las alcantarillas, soy un
campo de trigo verde. Soy vida.

VII
Veo cucharas y tenedores…
una luz de plata
un olor mezcla ilusión y nostalgia.

 

Bailando

borracho bebo borracho bebo
bella burbuja
burbuja bailando
brisa brumosa
burbuja bailando
blusa brillando
blusa bronce
blusa blanda
¡baila baila baila!
borracho bebo borracho bramo
blusa blanda
blando bramo blusa borracho
¡baila baila baila!
borracho bailo
bailo
bailo

 

 

 

 

El Final

1
Empiezo por el final
por donde todas las
experiencias comienzan
y terminan.

Con las gafas empañadas
de rocío de primavera
doné mi alma entera
a los sueños.

Inocente caracol sin concha
¿a dónde vas desbocado
como halcón peregrino
a su destino?

Así pasaron trenes y tranvías
estrellas que no veías―
cuando uno está solo
no solo está uno.

2
Es como un poema que nace
y renace con el mismo verso
así veo yo este paseo
paseo de ida y de regreso.
Todo esto está dicho
desde que el fuego se
hizo piedra y la piedra
tierra y la tierra más tierra.

Pero lo repito: me sosiega,
aquí entre la cama y el techo
agarro la cuerda de mis ojos
ojos libres y presos.

Hay quien no sé por qué llora
hay quien no sabe por qué llora
y hay quien no llora
y quien llora hacia arriba.

 

RELATO DEL TALLER DE:
Taller de Poesía

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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Buenos días Bittor

    acabo del leer tus poemas
    me ha gustado sobre todo tu forma de decir sin decir, ( a mí me cuesta todavía un poquito) tus juegos de palabras con tu ritmo tan marcado me parecen muy acertados.
    Las sutilezas me resuenan y me encantan.
    Sinceramente, te transmito mis felicitaciones. He disfrutado mucho leyendo tu poesía.
    Un saludo.
    Mari Carmen Pérez.

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