EL LADO DERECHO Y EL LADO IZQUIERDO

Por Alba Cutrin

Antonio y Jorge son dos hermanos muy diferentes tanto física como intelectualmente. Viven en Galicia, en el medio del campo, en una casa baja y alargada de grandes ventanales. Lo que más les gusta de su casa es el inmenso salón, que tiene unas grandes puertas de cristal que dan a la parte trasera de la casa con un agradable porche. Desde allí acceden al jardín para jugar con los diferentes animales que se dejan ver, como pueden ser los conejitos que llegan del bosque, los caracoles  y las aves.

En el jardín pueden correr, saltar en los charcos los muchos días de lluvia, pisar las hojas de los árboles cuando anuncian la llegada del otoño, recoger castañas y almendras de los diferentes árboles, así como kiwis, manzanas, limones e higos dependiendo de la época del año en la que se encuentren…

Los dos hermanos son muy felices en esta hermosa casa en la que viven con sus padres y su perro Macarrón, un enorme San Bernardo de color canela y blanco, con grandes orejas,  muy tranquilo y reposado, pero lo mejor de Macarrón es que adora a los niños de la casa.

Antonio tiene diez años, es alto para su edad, delgado, con pelo rubio y un mechón de pelo que siempre le cae hacia el ojo izquierdo, con labios carnosos y ojos azules. Su tez es blanca y le encanta vestirse siempre igual; unos vaqueros, un polo, un jersey azul marino y un plumífero granate. No le gusta nada elegir ropa, para él eso es perder su tiempo libre, el cual prefiere dedicar a su mayor afición, el mundo militar. Dedica mucho tiempo a su estudio, por no mencionar que su gran hobbie es la construcción de maquetas (tanques, aviones de guerra y submarinos).

También le encanta ir de pesca con su padre, los dos disfrutan del silencio, el sacrificio de madrugar el sábado cuando todavía es de noche para ir caminando al río cargados con todos los enseres de pesca, el silencio que aporta ese deporte y la recompensa de llevar a casa la pesca de ese día… como podemos ver, Antonio es muy responsable, serio, hermético, no le gustan nada la demostración de las emociones, es muy analítico de una manera natural, impermeable, le gusta mucho leer, pensar y hace reflexiones muy graciosas.

Jorge tiene seis años, es todo lo contrario a su hermano, es moreno, con el pelo duro, cortito y de punta, siempre está sonriendo y se le ven unos preciosos dientes muy blancos  y juntitos, tiene los ojos marrones y usa gafas. Le encanta la ropa y combinarla, usa jerséis de colores, con diferentes estampados, adora pasar tiempo con su hermano, con Macarrón, con sus padres y le fascina bailar y pintar.

Jorge es muy creativo, libre, aborrece los horarios, le parecen aburridos, es muy cariñoso, es todo corazón, energía, posee un gran carisma natural y arrasa con la gente. Cuando va a pescar con su padre y hermano, detesta madrugar, pero le encanta ponerse sus botas de agua azul marino efecto purpurina a juego con su chubasquero. Él no pesca, pero se pasa el rato bailando, cantando a la naturaleza, acariciando las plantas, las flores  y abrazando a los árboles. Además, le dan mucha pena los peces que su padre y hermano pescan porque piensa que los han alejado de su familia y amigos.

A Jorge le encanta estar con Antonio y participar de sus aficiones, aunque no sean las suyas. Un día Antonio dejó que Jorge pintara un soldadito para uno de sus regimientos en miniatura. Todos deberían ir iguales, obviamente, pero Jorge pintó  a su soldadito unas botas con pintura dorada y a continuación le estampó el uniforme con lunares y rayas.

Cuando Antonio vio así vestido a su soldadito, empezó a reírse sin parar. Jorge le preguntó: —¿Se puede saber de qué te ríes?— a lo que Antonio contestó:

-¡Pues de mi soldado! Los soldados no van así vestidos, Jorge, tienen que ir todos iguales, van de uniforme. —Pero Jorge no estaba nada de acuerdo con esa respuesta, y añadió:

—Eso es mentira, la gente puede ir vestida como más le guste, y si no me crees, vamos a preguntárselo a mamá. —Los dos hermanos corrieron en busca de su madre y una vez con ella, le expusieron el dilema. Su madre, María, que era muy comprensiva y empática, enseguida se puso a buscar una explicación que convenciese a los dos hermanos.

Después de pensar unos minutos con los dos niños mirándola fijamente, les dijo: —¿Os acordáis que el otro día estuvimos hablando del centauro en la mitología Griega? Acordaros que estuvimos hablando de que los centauros  eran criaturas  muy extrañas, con un cuerpo formado por una cabeza y torso de hombre y de la cintura para abajo con cuerpo de un caballo, por lo que contaban con seis extremidades, dos manos y cuatro patas. —Síiii, nos acordamos, respondieron al unísono los dos hermanos. María continuó.

—El centauro, mitad caballo y mitad humano. Una parte más animal y por tanto instintiva atrapada en lo material que es el caballo y otra el arquero apuntando con una flecha hacia arriba y que representa esa parte humana con aspiraciones más elevadas, que busca lo lejano, la necesidad de mirar más allá de lo cotidiano…

No hay que dominar al caballo, a la parte más instintiva que hay en él, sino respetar y amar su naturaleza animal, ya que esta fuerza es el, ¿cómo podríamos decirlo? Ya sé, es la gasolina de la vida, lo que le da energía. El centauro  debe hacerse consciente de que ha de domar e integrar sus energías mentales e instintivas.

—Pero eso que tiene que ver con el uniforme del soldado, mamá. —Dijo Antonio, que estaba escuchando muy atentamente.

—Espera, que ya voy, —contestó María.

—Pues a los humanos nos pasa un poco lo mismo, nuestro cerebro está dividido en dos hemisferios, estos dos lados además de estar separados desempeñan funciones muy distintas. Se llaman modalidad del hemisferio derecho y modalidad del hemisferio izquierdo, de manera que cada uno de los dos lados del cerebro nos influye.

Pongamos un ejemplo para que sea más fácil de entender, el cerebro izquierdo desea y disfruta con el orden. Es lógico, literal, le gustan las palabras, y coloca todo en secuencia a un orden.

El cerebro derecho, en cambio,  recibe señales que nos permiten comunicarnos, como las expresiones faciales, el contacto visual, el tono de voz, las posturas y los gestos. Nuestro cerebro derecho  se preocupa por las sensaciones, las imágenes, las emociones y los recuerdos personales. Las sensaciones y los sentimientos vienen de aquí, es más intuitivo y emocional.

Todos tenemos los dos lados del cerebro desarrollado, pero algunos tenemos una parte más desarrollada que la otra, por eso a veces somos tan diferentes. Antonio, digamos que tiene la parte izquierda más desarrollada, por eso disfruta tanto con la ciencia, jugando al ajedrez, con el orden y pintando a todos los soldados con el mismo uniforme. Tú, Jorge, tienes tu parte derecha más desarrollada, por eso disfrutas tanto bailando, imaginando historias y  pintándole a tu soldado unas botas doradas y un uniforme con lunares.

Podríamos decir que Antonio es más reflexivo, literal y pausado en sus actos y tú, Jorge, eres más creativo, menos lineal y más espontáneo. Esto no implica que tú, Jorge, no puedas disfrutar jugando al ajedrez o que a Antonio no le guste imaginar diferentes historias contigo. Recordar que todas las personas tenemos los dos lados.

Los dos lados son igual  de importantes y útiles, lo que tenemos que conseguir a medida que vamos creciendo es que nuestros dos hemisferios, o sea nuestro lado derecho e izquierdo,  actúen conjuntamente. Lo mismo que el centauro, que tenía que domar e integrar sus energías mentales e instintivas.

¿Entendéis ahora un poco mejor por qué a veces veis las cosas de manera tan diferente? Y ya veis que los dos estáis acertados en lo que decís. No es mejor una forma de ver o hacer las cosas que la otra, solo son diferentes.  —Los dos hermanos se quedaron pensado y al final se quedaron bastante conformes con la explicación, a lo que Jorge añadió: —Mamá, por favor, ¿puedes seguir contándonos cosas sobre la vida de los centauros? —a su madre se le escapó una amplia sonrisa y contestó: —por supuesto, ahora mismo…

– Fin –

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