JUANITO EL SOPABOBA, DEL LIBRO SOPABOBA DE FERNÁNDO ALONSO

Juanito era un niño flojucho, fondón y cabezón. No era muy social sino, más bien, introvertido y aburrido. Su estilo de imagen personal, muy marcado por sus padres, era clásico, con un peinado a corte de cepillo similar a su padre y una vestimenta propia de un adulto. No jugaba con el resto de sus compañeros de clase. Para Juanito, sus amigos eran los libros. Estudiaba a todas horas con el objetivo de ser el número uno de la clase, cosa que conseguía sin ninguna duda. Pero no leía libros de aventuras, no, sólo leía libros de texto complejos y llenos de fórmulas, datos y cosas muy aburridas. Siempre iba de casa al colegio y del colegio a casa sin entretenerse. Como a penas salía a la calle era de tez blancucha y parecía esmirriado. Nadie le quería como compañero de aventuras, cosa que no le importaba. Era muy atento con el resto de personas e incluso recogía papeles del suelo para tirarlos a la basura. Ayudaba a las personas mayores a cruzar la calle y aguantaba las puertas a su paso. A pesar de sus esfuerzos por caminar erguido y por tratar de ayudar al resto de personas, la poca motricidad adquirida y la falta de actividad le hacía tan torpe que sus movimientos y su manera de andar resultaban cómicos. Tenía aversión a no contentar a su padre y terror a que le llamasen Sopaboba, más incluso a ser golpeado por sus compañeros de clase o a que lo llamasen el empollón. Tenía mucho miedo a no contentar a su padre, quien estaba siempre presente en todo lo que hacía, en cada actividad, en cada pensamiento y en cada decisión. No era capaz de hacerse notar. Hablaba bajito, muchas veces, con voz débil y casi sin acabar de entonar las palabras, de manera que nadie le tomaba en consideración.