LA BÚSQUEDA – Carolina Rincón Flórez

Por Carolina Rincón Flórez

Estoy muerta, quiero quedarme así. Necesito que sientan lástima por mí, los tengo arrodillados. Tengo 13 años. Cuando soy la difunta, me quieren. Causó impacto en todos, pues todas se atraen por mis historias tenebrosas. Hay algunos que me quieren sacar de mi encierro no los quiero, me hacen daño, no me aceptan.
Me alejé de todos, ellos dicen que perdí la cabeza, no sé porque lo dicen, me la toco y acá sigue. Están un poco locos. Quieren que piense como ellos. Yo sé que tengo un hueco en mi pecho, pues está vacío y una venda en mis ojos, estoy ciega, no les conviene que vea lo que yo veo, me tienen vigilada.
Hoy cumplo 16 años, empiezo a darme cuenta de que tengo una nube, en mi mente, es muy confuso, solo atraigo puños, lágrimas, malas caras. Todo un lío, desde que me levanto, pareciera que lo hiciera con el pie izquierdo. Nada se me da, gente de todas las edades que me ataca y lo peor es que nunca me dan la razón, lo que me saca de quicio.
¡¡¡Uy me exasperan!!! hasta el punto de jalarme el pelo. No entiendo porque estoy rodeada de todos estos que no entienden nada.
Empiezo a pensar que hay un ser maligno dentro de mí, no sé de dónde viene, ni quien lo creo, pues no fui yo, será este cuerpo, que me dieron, quiero devolverlo, o son mis pensamientos afectados por ellos: los adultos que me criaron.
No puedo devolver ni mi cuerpo, ni mi mente. Esta mente loca que habla, no se calla. Empiezo a castigarlos a ver si entienden de una vez por todas, que la que manda soy yo. Necesito que entren en razón, me quedo pensando, la solución es agotarlos hasta el cansancio, así que les doy dosis larguísimas de deporte: los saco a correr 21K; bicicleta de montaña 50K y de natación 2K. Mi cuerpo queda tan cansado que ya no puedo ni pararme, los músculos me duelen como si los rompieran con unas tenazas. Es una sensación rara: por un lado, siento la muerte, no sé si tirarme en la cama o ir a cuidados intensivos. El agotamiento es total, como un balón, a punto de estallar. Por otro lado, la satisfacción que causan los excesos, el goce de conseguir lo que quiero: lograr vencer a mi cuerpo, le gane, no pare hasta que termine, mi fuerza mental es más grande, llegué arrastrada, pero llegué.
Mi mente deja de pensar, está agotada, así que se queda en total paz: estaba enfocada en lograr todos estos km, no dejando que el cuerpo le ganara y tan cansada que, al menos por hoy, se queda quieta y no vuela. Cada vez que vuela me deja sin aire, no puedo respirar, me agito, es horrible. Ahora, se encuentra adormilada, es ahí cuando me siento completa, en estado de gracia.
Pensándolo mejor, voy a dominar a este diablo que ocupa mi cuerpo, cuando lo logre, mi cuerpo, mi mente y mi yo-alma. nos uniremos. Averiguaré su nombre, y lo usaré para presentarme ante la humanidad, ahora sí sabrán lo importante que soy; podré salir de este cofre, de este encierro, sin que mi imagen se sienta amenazada;

lo importante es que todos me vean superior… así no tendré que enfrentarme al monstruo de ellos: su ignorancia, miedos, control.
Tengo 30 años, voy ganando la partida, todo es mío, no comparto. Problema de ellos si no tienen y si tuvieran también se los quitó. El que piense o se comporte diferente a mí, es mi enemigo, hay que acabarlo. Ellos quieren hacer lo mismo, están entrenando a ese ser lleno de egoísmo, arrogancia, codicia, que vive en ellos, sus monstruos, sus miedos, así como yo al mío.
Sigo viviendo así, orgullosa de mi: ya me volví amiga de esta cosa que está en mí, llena de creencias, miedos, ya somos uno, los dos contra el mundo. Sin embargo, estoy agotada, pues es una vida exitosa en medio de batallas. Nos unimos, lo veo a mi derecha, mi yo externo: mi monstruo; me olvidé de «mi sí misma,” la que veo a la izquierda, mi yo alma.
Hoy es mi cumpleaños, cumplo 40 años, estoy cansada. Me estoy despertando, no estoy contenta. Lo último que recuerdo antes de quedarme dormida, en la ignorancia, las creencias que me metieron, es que quería ser yo misma, dejar de pretender lo que no soy. Ahora que estoy despertando a los resultados de mi actuar, veo una luz amarilla que encandila, mis ojos se queman. La venda de la terquedad, la violencia, la ceguera, la soberbia, está cayendo, mucha guerra, seguro la creó ese ser, mi parte arrogante, quien me dio su nombre, pero como no le creó, le seguiré llamando: Él. La sensación de vacío es como si un viento helado me atravesara dejándome el mismo hueco, la tristeza que sentía de niña. Este ser endiablado sigue adentro, lo siento a mi lado derecho. Él, ya sirvió su propósito ya no somos uno, ya me mostró lo que es vivir en guerra, funcionó en su momento, pero me está matando. Quiero cortarle la cabeza, acabar con mis miedos.
O vivo con este ser que hay en mi o siento que no soy nadie, que no sirvo, no sé qué es peor. La verdad, no tengo alternativa: o lo acabó yo, o Él me acaba a mi, siempre está en lucha.
Él ya no está, lo logre descabezar, por ahora, pues su cabeza se regenera si lo llamo de nuevo. Entendí su razón de ser: estaba vivo, en mi mente, porque yo lo mantenía vivo, lo necesitaba para cubrir la culpa de estar separada de mi misma y de todos, a quienes Él me ayudaba a controlar. Ahora se van a dar cuenta de la desnudez de mi humanidad, yo misma, la que se disfraza detrás de Él.
Cada día entiendo más el para qué salí del hogar donde estaba antes de entrar a este cuerpo, 50 años atrás, donde todos éramos uno: almas con ganas de experimentarnos. a propósito, mañana cumplo 51 años. Hogar, donde estaba tan cómoda. Mi salida no fue precisamente para lamentarme de estar acá. Estaba tan emocionada de venir a esta tierra, sabía todo lo que había para ver, para disfrutar, para aprender, tendría un marido e hijos, fiestas, podría saborear los manjares, tomar mucho vino, mi preferido Vega Sicilia; viajar: me encanta Asia: bucear en Filipinas; Europa: esquiar en la nieve en Suiza; la alegría de España; esquí acuático en USA; Sur América, donde nunca se acaba la diversión. Por todo eso tomé la decisión de venir a este sitio tan increíble.
Hay de todo para satisfacer el deseo humano, que es lo único que les importa. Habitaciones muy blancas con espejos que reflejan destellos de luz. Comida mediterránea, árabe, tailandesa la que más me gusta, peruana, colombiana.
**Piedras preciosas: diamantes, rubíes, zafiros, perlas, vistas con los ojos de la ignorancia. Todos vestidos en telas translucidas de color amarillo. Veo huecos en sus pechos: miedo, vanidad, ellos no los ven, pues las vendas, de color transparente en sus ojos, los enceguecen, están muy apretadas, la mía esta floja. Sin embargo, tengo que estar alerta pues es muy fácil volver a traer a Él. Este sitio está lleno de seres como yo, que nos escondemos detrás de ellos (Él), y es acá donde me importa el qué dirán los demás de mí. Me siento desprotegida, solo les importa su bienestar, su abuso de control. Estos seres diabólicos llenos de ignorancia: creencias que los tienen a todos heridos en sus mentes; si me descuido tendré a Él, ocupando, de nuevo, mi cuerpo y mente. ¡Está volviendo! Decido abrazarlo, le digo que descanse, que ya cumplió el papel de su vida, que ya no lo necesito, le doy las gracias. Él se duerme. La solución no era descabezarlo, era comprenderme, perdonarme, amarme pues Él, era parte de mi cuerpo, mi mente, hasta que lo comprendí. Ahora somos solo cuerpo, mente, alma, mi Yo-alma, por fin somos uno: Él, su ignorancia, nos dejó en paz.
Estoy despierta, necesito quitarme lo que queda de la venda, las creencias, seguir mi viaje al centro de mí, descubrir el misterio del hueco en mi pecho. Ya solo soy “mi sí misma.” Ahora todo lo que sucede, está en simultáneo con mis pensamientos, ya no estoy en guerra, la nube en mi mente se disipó. Ya no creo, ahora sé.
Desde hoy vivo, sabiendo que soy la que fui desde antes de nacer, la que ya era. La que se despertó a la vida. hace 50 años, Me abrazo, me fundo conmigo.
Está en mi mente, en mi corazón, esa voz que me habla. Al yo estar separada, de mi sí misma, mantenía ese hueco en mi pecho, él que ya no está, estoy dentro de mí. Ahora lo sé: la voz ha estado siempre ahí, la ignoraba, aunque algunas veces si la escuchaba fuertemente. Me doy cuenta de que todo aquello que veía como un milagro, era mi voz, “mi sí misma,» mostrándome el camino. Si tan solo lo hubiera sabido, Él no hubiera existido. Se cayó la venda, la que me tapaba los ojos.
Me llegan instrucciones, dicen que cierre los ojos, me están trasladando a una fiesta a la que he sido invitada, volamos por encima de la tierra. Me veo colgada, la voz me habla, dice «confía,» así lo hago, mis pies tocan suelo firme, llegó a un edificio que tiene siete pisos. La fiesta es en el quinto, subo al ascensor, este hace su primera parada en el tercero, para que se bajen los que están vestidos en esa tela traslúcida de color amarillo, ¡sus huecos en el pecho! ¡¡¡son ellos!!! los que vi al llegar a la tierra: los llenos de vanidad siguen igual. Desde la puerta, veo cosas tiradas en el suelo, huele a sudor, personas dándose puños, gritando, se rapan la comida, las joyas; se tiran piedras unos a otros; a unos se les ven las costillas y a otros unas barrigas muy sopladas. Unos ríen, otros lloran, unos votan monedas, otros las recogen, se ven los monstruos de cada uno: yo los identifico, pues estuve ahí, ya tuve el mío, mi YO EGO, al que llamé ÉL, pues no le creí cuando me dijo que su nombre era EGO, el que sentía a mi lado derecho. Quiero advertirles que se alejen de esos seres, que los duerman, que no los necesitan; la voz de mi mente, me lo impide: permitir que cada cual aprenda de su vivencia.
Se cierra la puerta del ascensor, vuelve a parar, en el quinto piso, es acá donde yo me bajo, todo es majestuoso, sutil, pisos de mármol transparente, flores delicadamente puestas, porcelanas blancas, puras, suaves al tacto, globos de cristal colgados en la pared. ¡ya soy! ¡ya veo! ¡no egos!
Las mujeres llevan vestidos largos de seda, que se mueven armoniosamente al compás del viento, de un difuso color naranja. Los hombres llevan vestidos enteros de saco y pantalón, de una tela delgada, delicada, haciendo juego con los vestidos de ellas. Se encuentran en una terraza donde se ve el atardecer, una luz rojiza mezclada en un halo azul verdoso que sale de las aguas profundas del mar.
Se escucha el silencio, sonido musical del «sí mismo». Reflejan dulzura en sus caras relajadas, belleza radiante, un estado de bienestar que solo puede provenir de estar en unicidad.
Se dirigen a mí, la voz en mi corazón me habla «bienvenida,» me abrazan, elegancia, riqueza **Piedras preciosas: diamantes amarillos, rubíes, zafiros, perlas, como nunca mis ojos han visto, se ven sin ser vistos: la mirada del alma, profunda, delicada, lúcida, miramos más allá de lo que vemos, veo esos seres que no son de este mundo, pero lo son, los tengo al frente mío, ya soy parte de ellos. Un flash estremecedor de luz nos envuelve. Estoy adentro, grandiosa profundidad.

FIN

RELATO DEL TALLER DE:
Taller de Escritura Creativa

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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Elena aramburu

    ¡Felicitaciones! Me ha gustado mucho tu relato

  2. Carolina Rincon

    Muchas gracias Elena

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