LA CHICA MODERNA Y ACTUAL QUE SE ENCONTRÓ EN EL CAMINO – Asunción Pérez Galindo

Por Asunción Pérez Galindo

Susan Gálvez Ruíz, nombre elegido por mi madre, durante su embarazo leyó una novela donde la protagonista le ponía el nombre de Susan a su hija, porque su significado en arameo es “lirio”, y en hebreo es “alegre, brillante y feliz”, mi madre tenía el jardín de la puerta de entrada de casa llena de lirios blancos plantados, y la hacían feliz, alegre y brillante, deseó tener una hija siempre y que tuviese esas características pintadas en su rostro, en su mente y en su cuerpo, quería verla sonreír.

Mi madre, Cassandra Gálvez Moreno, nació un barrio del Sur de España, nació en una casa modesta rodeada de mis dos tíos Luis y Roberto,  mis tíos eran mellizos, pero los dos eran muy distintos, mi madre era mayor que ellos once años, mi tío Luis fue mayor por once horas y once minutos, nació con un llanto muy melódico recuerda mi abuela, y sin embargo con mi tío Roberto se atrasó el parto y hubo complicaciones, Roberto tuvo que salir de cesárea y mi abuela casi muere en el momento que mi tío venía al mundo, mi abuela sentía como rechazo por mi tío Roberto y eso se ha notado siempre, yo no entendía como en una casa una madre podía tratar distinto a un hijo y otro, había mucha diferencia, mi tío Roberto fue un niño despistado, se distraía con cualquier cosa, no le prestaba atención a las cosas, a veces parecía un alma en pena vagando por el mundo, con la mirada caída en esos preciosos ojos azules como el mar casi turquesas como un océano atlántico, sus labios siempre con una pequeña sonrisa que dibujaba la tristeza o el vacío que había dentro de él, la falta de confianza o seguridad que mostraba ante todo, su melena negra azabache y dejando ver su rostro varonil, cara cuadrada, con los maxilares bien marcados, con una frente y una barbilla aplanada, y un físico envidiable, realizaba “Chuan – fa”, es un término de la cultura china que se utilizó para denominar a todas las artes marciales, como pueden ser el kung fu y Wu Shu, es una modalidad especial y poco conocida aquí, ya que se suele enseñar en el seno de una familia o enseñados de generación en generación durante varios años sin abrirse fuera del clan familiar, de ese modo mi tío, que no es chino, es muy español y del sur, en la escuela tenía un compañero que sus padres eran dueños del restaurante chino que hacía poco abrieron, su compañero Yan, le invitó un día a su casa para cenar, mi tío encantado fue, le encantaba conocer cosas distintas y otros hogares distintos al suyo, le encantó el trato que la mamá de Yan tenía hacia su hijo y su hogar, se enamoró de la cultura china en un segundo, mi tío nunca encontró ese amor familiar, la familia de Yan invitó a mi tío a participar en el “Chuan – fa”, eso fue un antes y un después en la vida de mi tío, se sintió mucho más privilegiado cuando supo que es una modalidad que pasa de generación en generación, y él iba a ser heredero de una práctica ancestral que llevaba siglos pasando por la familia de Yan, mi tío conoció a Yan cuando tenía 4 años, en parvulitos, nadie hablaba con él, pero mi tío si, mi tío se acercó a él desde el primer día, y desde ese día siguen siendo los mejores amigos, como hermanos, como equipo, como familia,  cuando yo nací mis tíos se llevaban conmigo 5 años, prácticamente nos criamos como hermanos, mi madre comenzó a bailar por los tablaos flamencos muy joven, tenía 12 años cuando ya venían artistas importantes a la puerta de la casa de mi abuelo a preguntar por “la morena”, esa era mi madre, una mujer de ojos avellanados, con la forma almendrada y una mirada penetrante y segura, pelo negro muy largo y ondulado, con mucho volumen, y brillante, mi abuela le echaba siempre una clara de huevo para que el pelo brillara más, le encantaba que su niña fuese “la morenita”, mi abuelo se mantenía al margen, se quedaba con los mellizos, no le gustaba mucho la idea de que mi madre fuese artista y trabajara tan tarde y estuviese en un mundo de adultos, pero mi abuela solo pensaba en la fama, mientras que mi abuelo pensaba en las consecuencias que podrían venir, 4 años mas tarde, cuando mi madre cumplió dieciséis años, le ofrecieron viajar a Latinoamérica con todo el grupo de flamenco con el que debutaba mi madre, mi abuela aprobó enseguida ese viaje, mi abuelo en cambio estaba preocupado y con el presentimiento de siempre: – ¡puede venir embarazada!, no tiene edad para ir sola a un viaje de nueve mil kilómetros de distancia de sus padres.

Mi madre estaba ansiosa por ir, le hacía muchísima ilusión, así que preparó a todo el grupo para que fuesen hablar con su padre y se quedara tranquilo.

 

Semanas más tarde, un veinte de febrero mi madre voló hacia San José, Puerto Rico, para debutar como “la morenita del Sur”, llegaron al hotel y se instalaron en sus habitaciones, a las ocho tendrían la cena con los distintos grupos que iban a participar en el certamen flamenco de Costa Rica, mi madre cuenta que estaba ansiosa por vivir todas las experiencias, se puso uno de los vestidos que jamás se hubiese puesto en el barrio, se soltó su melena negra azabache y brillante y la ladeó hacia un lado, pintó su raya negra en el parpado haciendo su mirada negra infinita, sus labios carnosos los pintó de rojo fuego como mi madre le llama, encendió la Diosa que había dentro de ella y que nunca había sabido, se sentía libre, segura, confiada y cumpliendo uno de sus sueños, llamaron a su habitación y era uno de los huéspedes del hotel, mi madre sorprendida le dijo: – ¡hola! ¿nos conocemos?, mi madre por dentro quedó impresionada, era el hombre mas guapo, mas hermoso, mas bello, mas todo que había visto nunca, era como un príncipe azul, un hombre que solo ves en la televisión, o en las revistas, mi madre lo cuenta como mágico, o ella dice que así lo vivió.

  • ¡perdona!, te vi entrar hace un rato, y nunca había visto sonreír tanto a una mujer, ni una belleza como la tuya, ¿no eres de por aquí cerca verdad?

mi madre temblaba, no podía dar crédito a lo que estaba escuchando, ¿me está viendo? Se preguntaba, soy una chica muy normal al lado de esta belleza de hombre.

  • Gracias, ¡así somos los del Sur de España! Hay que tomarse la vida con un poquitico de guasa ¿no crees?, le respondió segura y con su sonrisa y su mirada y su acento que ya hacía que el “guiri” se pusiese a temblar, y el nerviosismo pasara a él.
  • prométeme, que me dejaras conocerte.
  • ¡mira! Hoy estoy aquí de viaje, porque tengo que salir a cantar y bailar cosillas de mi tierra, te prometo que te vas a reír o al menos sorprender.
  • ¡una artista! Disculpa, no quería molestar.
  • Al contrario, mucho gusto….
  • Braian Smith, encantado artista.
  • Aun no me has visto, cuando lo hagas podrás decirlo. Mi madre le guiñó un ojo y continuó: -¿te viene bien esta noche a las once en el local numero once del Paseo Colón ¿
  • ¿siempre actúas tan tarde?
  • Las brujas salimos por la noche.
  • Te veo allí, gracias por la invitación, estoy deseando que sean las once, mientras tanto ¿Qué vas hacer?
  • ponerme guapa y salir a cenar.
  • ¿puedo invitar a una belleza como la tuya?
  • Ceno con el grupo, no puedo fallar. Te veo allí luego, voy a cerrar la puerta que debo seguir arreglándome.
  • ¿Cómo quieres ponerte? Ya eres preciosa.
  • Quiero ponerme brillante.

 

Brian sonrió y se sonrojó, Brian se había quedado pillado literalmente por “la morenita del sur” aquella niña de barrio, donde se llenaba de sueños en un abrir y cerrar de ojos sin ningún tipo de límites.

  • Me dejas sin palabras…
  • Susan, Susan Gálvez, un hermoso placer Brian.
  • Me voy yo también a poner brillante
  • ¿mas aun?
  • Eres única, no se de donde has salido, pero pareces sacada de un sueño.

 

Mi madre sonrió y cerro la puerta de la habitación del hotel, se puso nerviosa, no podía creer que alguien como Brian se fijara en ella, y encima le dijera todas las cosas que le dijo, mi madre también se quedó totalmente enamorada del gringo, se enamoró a primera vista según cuenta ella, fue verlo y decir ¡ni en mis mejores sueños!, Brian, un chico de veinte y dos años, surfista de profesión, famoso en su gremio, de padres ricos, con titulo universitario en la mejor de las universidades de Londres, mejor biólogo marino, con un físico esculpido a la perfección, pareciendo una obra de arte hecha a una medida perfecta, rubio, melena al viento, ojos verdes, labios carnosos y rosados, y una planta perfecta, inigualable, intachable, perfecto, alguien que lo meteríamos en un nicho de príncipes azules.

 

Mi madre se fue corriendo a la ducha y a ponerse su falda de volantes negra con cinturón dorado, su corpiño color negro con un broche que su padre le hizo con una rosa deshidratada, en sus orejas colgaban unos pendientes de aro con rubies rojos, zapatos negros de flamenca, y su mantón de manila color rojo fuego con los bordados dorados representando los colores de su País, se puso su pintalabios rojo, su rímel en las pestañas largas y rizadas que podía presumir, y se puso el cabello hacía un lado, se echó su perfume y se fue abajo a recepción para ir con los demás del grupo.

 

  • ¡que hermosa te ves morenita, te ves brillante!, le dijo el guitarrista del grupo, un chico de 25 años, que estaba enamorado de mi madre, pero la veía mucho mas pequeña, sabía que mi abuelo lo mataría si se acercaba a mi madre, pero eran tanto años juntos en el grupo y la morenita no era una chica de dieciséis años normales, la morenita ya había frecuentado y viajado sola y de noche mas veces que muchas chicas o mujeres mayores que ella, había visto el maltrato a la mujer, el machismo, la soberbia, la envidia, el odio, la venganza, sin embargo, ella siempre daba gracias por verlo desde el otro lado, ser la que observa y no la protagonista, Juan Cavas, el guitarrista del grupo era un mestizo muy guapo, uno de los pocos que había podido salir del barrio sin llegar a tener que hacer nada ilegal para ganarse la vida, su padre es gitano, y desde siempre en su casa cada tarde su padre sacaba la guitarra y montaba un “sarao” en su casa, a Juan le encantaba observar la guitarra, ver el movimiento de manos y dedos que su padre hacía con la guitarra, Juan era un chico moreno con el pelo onduladito, con los ojos muy oscuros, y la piel canelita, y el cuerpo delgadito y un poco encorvado, siempre trató muy bien a mi madre y fue su gran apoyo siempre al igual que ella de Juan.
  • ¿brillante? Justo me encendí la bombilla para estarlo. Ambos sonrieron a carcajadas y mi madre continúo hablando, – Juan, ¿no sabes que me ha pasado?, el chico más guapo y más buenorro y de película que puedas imaginar me ha llamado a la puerta (volviendo a sonreír a carcajadas mi madre)

Juan cuando comenzó a oír las palabras de mi madre eran como puñales que le daban en el corazón, pero al mirar a mi madre y ver tanta inocencia y tanta belleza juntas sonrío y le dijo.

 

  • ¡lleva cuidado!, estoy a cargo tuya, recuerda que hablamos con tus padres, así que tonterías las justas, a ver… ¿Quién es mister ken?. Preguntó con ironía.
  • Pues aún se poco de él, solo sé que hace surf, que es muy educado, que es distinto a todos los hombres que he visto en mi vida, y que le he encantado también, que me ha dicho que era muy bella, una artista y muchas cosas más.

Juan se preocupo porque ese estado lo había visto anteriormente en sus hermanas pequeñas, las que habían tenido muchos novios y amores y desamores de todo tipo, las pobres hermanas de Juan siempre estaban enamoradas y después super sufriendo por cada uno de los que pensaban que eran el príncipe azul, a Juan rápidamente la cara de mi madre, los gestos, la euforia hizo que se preocupara por si podían hacerle algo que ella no fuese consciente de las consecuencias, la veía en ese momento capaz de irse con ese chico que acaba de conocer si aparecía con un caballo blanco y una rosa roja.

  • Me alegro mucho Cassandra, veo que en cinco minutos ha podido demostrarte que es el hombre perfecto y todo lo que tu soñabas.
  • Han sido por lo menos 15 minutos, y no se quería ir, he tenido que despedirme yo.
  • Mejor me lo pones Cass, con lo madura que crees que eres, solo has visto el barrio, y la gente del barrio, y te piensas que es malo o menos bueno que lo que tú crees perfecto, pero te aseguro Cass que el respeto no entiende de clases, el respeto se lleva en la sangre, y en cinco minutos si eres capaz de juzgar a alguien de bueno o malo, estoy conociendo a otra Cass.
  • ¡eres un cortarrollos!, te fastidia que yo haya ligado y tu no le hayas interesado a ninguna a lo mejor. Contesto mi madre riendo para ver si podía cortar la tensión del momento.

 

Recuerdo como me encantaba mi vida, sentía que tenía todo aquello que quería, amigos, compañeros, trabajo, estudios, viajes, desde niña recuerdo lo competitiva que era conmigo misma, quería conseguir todas las cosas que veía que tenían éxito a mi alrededor, soñaba con llegar a ser una mujer fuerte, independiente, de las que no sufren por amor, quería tener los mismos sentimientos que un hombre, quería ser fría para evitar sufrir por nadie, para poder tener el total control de mi vida, me volví una controladora de todo lo que ocurría a mi alrededor, conseguí todo lo que quería a muy temprana edad, y una vez que llegué ¿Qué hacía ahora?, lo que tocaba, o suponía que tocaba yo no lo quería, estaba cómoda aunque insatisfecha o vacía por dentro, vacía de amor, llena de elogios, y trofeos, y títulos para enmarcar toda una habitación, distintos grupos, pero nada permanente, lo único que permanecía era eso que había logrado pero ya era una rutina para mí cada día, me sentía mal y culpable, sentía que debía estar feliz y agradecida y llena de vida, todos me envidiaban, todos querían mi puesto de trabajo, mi familia, mi hogar, mi coche, mi estilo de vida, mi armario, ser YO, y sin embargo YO NO SABIA NI QUIEN ERA ¿Quién soy yo?, la que se esconde cada amanecer bajo un montón de maquillaje, un buen peinado, unas buenas uñas de porcelana, un conjunto especialmente elegante a la vez que sensual, nada de enseñar, solo insinuar, siendo sutil con cada gesto, palabra, acción, que intento expresar, teniendo el control de TODO, yo lo vivía al máximo, no se si por las malas experiencias que siempre sufrí en mi niñez con mis tíos y tías, con amigos de mis padres, con películas, con noticias de la tele, pero le cogí mucha rabia al hombre, sentía que el hombre tenia tanta autoridad en una mujer que ella perdía el derecho a elegir, a ser lo que ella es, a callar por no ofender, pero siempre vi que muchos hombres no veían la ofensa que les mostraban a ellos mismos primero, después a su hogar, sentía asco por algunos hombres, sentía que odiaba que me tocaran, mucho menos que me besaran, me reía de ellos, sabía o pensaba que sabía a qué venían, y a todos los juzgué por igual, los utilizaba, solo para saciar mi sed de soledad, necesitaba embriagarme entre las piernas de algún desconocido y sentir que yo llevaba el control, que yo era su autoridad, y solo se hacía lo que yo elegía, era mi manera de protegerme al dolor, al sufrimiento, al cambiar de rutina, a desapegarte de algo que te quema y te arde.

  • Frecuentaba distintos lugares que en ese momento veía como lo más, lo que siempre había soñado, estar en un casting de modelos, ser de las elegidas pero encima el diseñador me invita al desfile de la fashion week de París, para mi era genial, el diseñador reservó dos suites de Hotel en Plaza Athenee, cada noche en una suite de ese hotel puede rondar fácilmente los tres mil euros por noche, viajamos en primera clase, me sentí una princesa, pero lo que no sabía es que aún no sabía en la noche de princesas que iba a tener.
  • Juan envío a mi suite un vestido precioso diseñado por un crack de la moda musulmán, yo estaba enamorada de cada diseño de él, me parecían elegantes, sofisticados, brillantes, como yo quería estar esa noche entrando por las puertas del desfile de la fashion week de París, este diseñador especialmente me gustaba porque rompía con las “reglas” de como vestir una mujer musulmana, usaba modelos y estilos que se ajustaban al cuerpo, mi vestido una especie de corazón blanco muy entallado al cuerpo y una falda pomposa estilo árabe con cinturón dorado.
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