POR SOLO SONREIRLE A UN PEREGRINO VALE LA PENA EL CAMINO – Mercedes Rodríguez Vazquez

Por Mercedes Rodríguez Vazquez

Revoloteaban alegres las golondrinas aquella tarde sobre las frondosas cedrinas y el sol convertía en amarillo el verdor de los campos con la misma dulzura de un beso en el alma. Sintiendo una ola de vida en su ser, como agua salvaje que brota de la tierra madre, con la misma pasión del amor cuando llega, un impulso nació en su alma para contar a su hijo la vida que ella tanto amaba:

-A ti, solo a ti .A ti, hijo mío; a ti, solamente a ti, te escribo hoy. No sé si eres un sueño o una realidad dentro de mí, pero existes desde que pienso en ti .A mi amor, a este amor que quiero que comprendas y que sientas desde el principio de tu existencia le dedico este poquito de mi vida. Siento temblar mi ser, mi cuerpo tiene hambre y sed mi espíritu. Hoy, que tengo que vencer al dolor inmundo de la vida, te escribo a ti. Sabes, mi hijo, la vida es bella, muy bella, pero tiene amarguras a veces. Cuando nazcas veras las flores de colores , el cielo muy azul , la tierra verde, el sol, los pájaros y las estrellas , tantas y tantas cosas más a las que un día cantaras y con las que un día soñaras. Así como ahora sueñas en mi cuerpo calentito y suave, así soñaras cuando descubras el amor y la vida bella. Al nacer a ella sentirás dolor tantas y tantas veces más, pero es importante saber gestionar el dolor para estar por encima de las cosas. Serás grande, hijo mío, el dolor te curtirá por dentro, igual que el sol dorará tu cuerpecito. El sol es una bolita redonda con rayitas que mamá un día te enseñara a pintar y tú lo contemplaras muchas veces; sentirás calor y cerraras tus ojitos al mirarle pero no tengas miedo, no te quema. Míralo, no huyas de su luz, igual que cuando la cruda realidad intente herirte vuelve otra vez a mirarle y lucha, se valiente. La luz te alumbra, la vida te enseña. Aprenderás a andar y al caer te costara levantarte, un día tendrás la manita de mamá, otro día saltaras solito de la cuna y caerás, eres todavía pequeñito. Serás como un gatito con el que tú querrás jugar, pero los días pasan mi amor, y hay tigres que te darán miedo y a los que admirarás porque son grandes y corren por las selvas despobladas y tienen fuerza. Entonces dejaras a tu gatito fiel y crecerás. Serás como el árbol firme que el viento no arrecia al pasar. Hijo querido, carne de mi carne eres, mi sensibilidad llevas en tu alma pura, pero hay alguien tan importante como yo en tu vida: es papá. “¿Qué es un papá? “Me preguntaras. Papá es un hombre, pues en la vida hay hombres y mujeres. Papá es diferente a mí. Él pensó en ti igual que yo, te amo y de nuestro amor naciste tú. No sé si eres niño a o niña pero si eres hombre le conocerás muy bien, serás similar a él. Él es el árbol fuerte, hijo. Quiérele siempre .Cuando nacen los árboles y las flores, la tierra los sostiene. Papá es la semilla y la raíz, yo soy la tierra que guardara el calor de tu cuerpo hasta que seas aroma que dulcifique a las flores sin olor, a los cardos secos, a los árboles sin flor. Hasta entonces te cuidare y te hablare porque en la vida no basta con ser solo una flor o el árbol que duerme sin saber lo que es la primavera. Contigo soñaré, lloraremos y reiremos juntos al ver la vida pasar. Te enseñare a cantarle a los días, al amor, al dolor  y a tantas cosas que tú querrás saber. Soñar es bello, pero más bello es amar y quiero que sepas hacerle frente tan puro como el agua que calmara tu sed. Quiero que al pasar los años puedas mirarte en el espejo y veas el alma pura que Dios quiso que tuvieras. Hijito mío: ¿Cómo he llegado hasta aquí sin hablarte de Él? Por Él vivimos y existimos, sin Él de nada podría haberte hablado. Dios es la vida y la vida sin Él no es vida. Dios pensó en ti antes que yo, Él pensó en mi antes que mis padres lo hicieran y Él quiere que todos sus hijos veamos su grandeza en esta tierra y vivamos el amor que Él nos dejó para estar en el cielo. ¿Te acuerdas?, el cielo azul del que te hable. Cuando nuestras vidas se hayan terminado, allí nos reuniremos. Las hierbas y las flores van creciendo, yo ya he crecido, pero mi cuerpo se va haciendo viejo al pasar las estaciones y tú pronto serás mayor. Cuando mi pelo esté blanco ya tal vez yo tenga que dejarte y tu entonces me echaras de menos, pero mamá estará pensando en ti como cuando no estabas con ella. Desde el cielo recordara tu cara de niño, tus primeros pasos, tu primera sonrisa. Hijo mío, sonríe siempre a la vida. Una sonrisa habla de paz y de amor, habla de Dios. Mamá se acordará de ti, de tus travesuras, de tu alma blanca; quiero que puedas mirarte sin sentir vergüenza, hijo de mi carne. Hoy hace frio, es otoño aún. Otoño es el caer de las hojas, el morir de un día. Otoño es frio y es esperanza, es el umbral del amor, la ilusión de la primavera. Sentirás añoranza de las flores, las mariposas bellas y correrás a su encuentro, hijo, pero ten fe y esperanza: viene el invierno y la nieve blanca te hablara. Sentirás tiritar tu cuerpecito, mamá estará contigo y besará tu cuerpo calentito y suave. Papá te protegerá de la oscuridad, en invierno hay poca luz ¿sabes? Y caerá agua, pero sentirás amor porque en invierno un niño como tu trajo la paz al mundo. Él sintió más frio que tú, no tenía mantitas ni tenía calor, quiero que tú lo quieras desde hoy. Jesús se llamaba y Él era Dios. Hijito mío, comprenderás así lo que es caridad y sabrás dar calor y paz al que tiene frio y soledad. Los días irán pasando y sentirás más luz, las tardes serán más largas, tras los cristales las lluvias cesarán y nacerá la primavera; ella te hablará de  ilusiones, de flores de colores, de lo más puro del alma: el renacer de la vida, el desterrar de lo más impuro. Aprenderás a soñar con los atardeceres y cuando llegue el verano convertirás en realidad lo imaginable. Recorrerás la vida con las gaviotas y emprenderás un sueño mirando al mar. Las algas te hablarán de raíces de tu vida misma. La arena te impulsara a caminar y las olas muy frescas suavizaran tus pies. Mirando al mar te acordaras de mí, de mis sueños de niña, de mi alma de poeta y en el horizonte descubrirás lo que un día te enseñe: el amor, la fraternidad. Allí donde cielo y tierra parecen unirse, allí comprenderás que la unión es lo más sublime y correrás por la vida sin sentir odio ni muerte porque el mar donde soñaste te hablará siempre de vida sublime y cuando el sol se duerma en el crepúsculo y las olas se batan contra las rocas, las estrellas del cielo te dormirán suaves, las gaviotas vendrán a por ti y te mecerán en sus sueños porque tú fuiste bueno y nada podrá dañarte. Y no tardo en nacer Aní, aquella niña de película, de lo que el viento se llevó. Era luz, amor, belleza. Tenía trece años cuando falleció su padre y en plena adolescencia sufrió una crisis existencial. Un día dijo a su madre: Si el amor es tan bello ¿Por qué no se mueren juntos los que se aman?  y si es eterno ¿Por qué se separan? Crecía buscando la verdad y persiguiendo la justicia. Los valores inculcados en su noble corazón y su coherencia unidos a la fuerza de la juventud le llevaban a querer trabajar por un mundo mejor. Eso le hacía feliz. Cuando termino su bachillerato, empezando a vivir o a soñar, se decantó por la carrera de Psicología; deseaba ayudar a las personas en las marejadas de su vida y conducirles sanos y salvos al puerto de la virtud convertidos en su mejor versión. Sabía que cuerpo, mente y espíritu debían ser cuidados y atendidos pues estaban en total conexión y deseaba que pudiesen entrelazarse en total equilibrio. Era joven y alegre, le gustaba divertirse en un mundo de colores, pero era consciente de que bastaría una alteración genética en las células foto receptoras de la retina para que variase la visión cromática entre unos y otros individuos. Nadie era igual a nadie, asombrosa ingeniería genética, ni un ADN igual a otro en los cien mil millones de habitantes que han poblado la tierra. Así eran sus amigos, con diferentes genotipos y fenotipos, diferentes temperamentos. Iba creciendo y madurando, descubriendo como la interacción de este temperamento con el ambiente conducía a las personas a forjar caracteres diferentes y deseaba conocer los entresijos del camino.

Un día dijo a su madre: POR SOLO SONREIRLE A UN PEREGRINO VALE LA PENA EL CAMINO. Quiso hacer el Camino de Santiago y con veinte años llena de ilusión preparó su mochila. Se sentía feliz. Todo se había organizado perfectamente, incluso no falto ninguna despedida. La noche previa a su partida su madre tuvo un sueño, veía llegar a la Catedral muchos romeros vestidos de azabache mientras las campanas tocaban a gloria y los ángeles trepaban por las cuerdas del Botafumeiro.

Amaneció lloviznado y su madre le advirtió de los peligros del camino. Con rapidez y espontaneidad, Aní se giró hacia ella y le dijo:

– Si muero en el Camino de Santiago voy al cielo. Mírame bien ¿de qué te vale tu fe?

– Te recibiré con honores y banderas, le contestó la madre.

Rechazo el báculo del peregrino prefiriendo coger un palo tosco del camino y partió sin volver la vista atrás. Solo quedaba el silencio y el sonido de sus pasos en los latidos del corazón de la madre.

Pasan veinticuatro horas y se recibe una llamada: La niña se encuentra mal, vamos a llamar un helicóptero _. Cesa el ruido de los pasos y al poco otra llamada.

Señora, su hija se ha encontrado con el Apóstol Santiago antes de llegar a su templo. Y el corazón de la madre al ritmo de sus lágrimas recuerda aquellas palabras:” Si muero en el Camino de Santiago voy al cielo “. Y se da cuenta de que su fe le ha valido. Recuerda su mirada franca, su voz, su sonrisa, su amor, su ternura. En el cielo de Portomarin la princesa se convirtió en ángel y la madre, abrazada a la cruz entre Toxibo y Gonzor, de nuevo empieza a soñar entre penumbras de amor bajo el claro de luna sintiendo que vivir es morir antes de morir.

RELATO DEL TALLER DE:
Taller de Escritura Creativa

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Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Mª José Ruiz

    En este relato, se refleja la esencia de la autora.

  2. Ramona Perez de Castro

    Conocer a Mercedes es conocer su espiritualidad, su vida entrecortada por acontecimientos dolorosos y duros que ella subsanaba con su entrega, desde la medicina, a los demás. Su cuento resume su vida y su lucha por seguir siendo alegre y útil.

  3. Ana María Villarmea

    Sensible, todo amor, gran Fé, emociona hasta las lágrimas.

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