PRIMERO DE POEMAS – Eva Navas Medina

Por Eva Navas Medina

«Primero de Poemas» es el despertar del corazón, de los sentimientos, del amor y el desamor, en todas sus variantes. Todo hecho versos.
Espero que lo disfrutéis.
Con cariño, Eva Navas Medina

 

 

Fue duro despertar
con el estruendo del golpe
al caer mi corazón
a la tierra mojada por mis lágrimas.

Con el dolor
paralizando mi pulso unos segundos,
quedé muda al entender
que nuestros destinos estaban lejos,
como de aquí a la costa Atlántica,
como de la costa Atlántica al púrpura del firmamento.

Pedir las llaves
de tu pétreo corazón
fue un sinsentido
que dañó mi salud.

Los terrores nocturnos
me invadían lentamente
recorriendo cada poro de mi piel,
volviéndome gris,
como un gusano
que se alimenta del pan putrefacto
hasta hacerlo incomible.

Y así pasaba los días,
con la duda
germinando entre mis entrañas,
con una ligera sensación efervescente
expandiéndose deprisa.

Y entonces pensé
que era raro romper
con alguien
que nunca quiso
estar a mi lado.
Y me jure a mi misma,
que nadie,
nunca más,
me haría daño.

 

La poesía,
la puta poesía me cautivó.
Desde mi niñez
fue fraguándose a fuego lento
en mi pecho,
hasta alcanzar mi mente.

Me volví adicta a ella,
sin pensar que
la desintoxicación era imposible,
que la muerte la encontrará
recorriendo mis venas.

Que la necesito
como yonki a su dama blanca,
si un día me falta
el mono se desata.

Que no puedo vivir con su ausencia.
Que brota
supurando palabras de mi interior,
galopando cual caballo desbocado
hasta acabar rellenando el folio en blanco,
y así, encuentra la paz.

Que me vacía
llevándose mis miedos,
apaciguando mis demonios,
limpiando
cada esquina de mis sentimientos.

Y que cada día que pasa
me gusta más.

 

 

El mundo se deshace
entre bombas y metralla.
Balas cruzan el viento
a través de miradas telescópicas
para dar en la diana.

Destrucción y lágrimas,
barbarie y muerte,
dolor y sangre.

Y en medio de esta batalla
gana mi corazón herido y roto
que intenta repararse
con cada verso,
con cada palabra.

 

Pude sacar cada esquirla clavada
de mi corazón maltrecho,
que soporta el dolor,
y bombea cual autómata,
esquivando la agonía
que le azota con tu anhelo.

Dicen que el tiempo lo cura todo,
y no sé quién ha inventado esa patraña.
Será que no ha perdido
quien le importaba,
porque si así fuera,
viviría cada día
con las insoportables ganas
de pasar un minuto más
al lado de quien a diario extraña.

Y a mí se me llevan los demonios
cada vez que intentan
minimizar mi angustia
con semejante frase
cuando lo que de verdad quiero
es gritar con fuerza
¡Cuánto te echo de menos!
y que el viento
te lleve mi amor,
allí,
bien alto,
en el firmamento,
donde cada noche
me envías mensajes
en código morse,
que intento descifrar
a pesar de que mis lágrimas
sigan velando
mi entendimiento.

 

 

 

Mi cabeza me pide pensar en lo que merezco,
mientras mi corazón, no quiere despertar del sueño.
Ese que vivimos,
tan feliz como efímero.
Intenso y bonito.
Algo que atesorar siempre en nuestros recuerdos.
Como una estrella fugaz
que dejó una estela de luz en nuestros corazones.
Una esperanza,
una ilusión,
una rendija por donde se cuele el sol,
que nos ilumine en la oscuridad,
que nos muestre el camino,
que nos dé paz.
Que borre los porqués
y ayude a aceptar
que no siempre es como queremos,
ni cuando queremos.
Que el tiempo
y el destino
decidirán.

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