Tarea final

Por María Rosario Caro.

Premeditadamente dejé pasar los tonos del móvil. Orgullosa de mi misma, intuí que empezaba una justa rebelión.

Claudia insistió:

-¿Cómo no contestas?pero ¿Qué haces?

Ni se cuestionaba que hubiera algo más vital que cumplir su último capricho, ni le importaba que una funcionaria como yo pudiera estar ocupada un lunes por la mañana.

– A las cinco en mi casa- y colgó..

Me reconocí hastiada de su tiranía.La fascinación que ejercía sobre mí le era evidente y le sacaba partido..

Asistí puntual al encuentro. El salón de su casa , como siempre, derrochaba lujo y luz . Claudia , bordeando con sus pálidos dedos una  copa de gintonic , me contó el plan (yo tomaba un poleo menta):

-El viernes me voy con Alfredo a la Sierra -( era su última conquista, un antiguo compañero nuestro; el único que en su momento la había  rechazado; por quién yo lloré y uno más a quien yo le había resultado inexistente).-..Le he dicho a Miguel,mi santo esposo, que te llevo a la Sierra para acompañarte en tu depre de siempre; ya sabes,allí que no hay ni cobertura, aisladas las dos, como buenas amigas que somos…-se carcajeó , dejando caer el pelo, como una cascada de miel,  libre ya del pasador. -Pero ya sabes con quién voy, con ese Alfredo que me despreció en su tiempo, ahora…ahora se lo voy a hacer pagar, cuando beba los vientos por mí .En fin, te sigo contando : todo irá genial , Miguel se va el viernes a Mallorca a escriturar aquella casa, me ha costado convencerle esta vez, pero eso es lo que hace un buen marido ,poner bienes a nombre  de su esposa -y rompió a reir pletórica.

Sonó «we are the champion» ´la melodía de llamada de su móvil, la palabra «Alfredo» se dibujó un momento antes de que Claudia lo cogiese .Mandándome un beso con los dedos se alejó al dormitorio, hablando en un tono más agudo de lo habitual , tal como hacía insconcientemente cuando coqueteaba.

Dió por finalizada mi visita.Apreté la mandíbula de rabia e impotencia.

Me sobresaltó el timbrazo del teléfono fijo.

-Buenas tardes, aquí la compañía de seguridad de ascensores ESDE,con quien tiene el servicio de manenimiento,¿Hablo con la propietaria?

-Sí -respondí, adquiriendo el papel siempre deseado.

-Esta llamada será grabada,su fín es notoficarle que el próximo viernes a las tres, amenos que nos indique otra fecha y hora, se hará la revisión anual del ascensor.Tal como aparece detallado en el contrato, se anulará la corriente del elevador desde la central, porque al ser su uso en vivienda unifamiliar, no precisa de un operario que se persone en el domicilio, sino que  el corte del suministro se llevará a cabo desde la sede, se restablecerá en una horay unicamente podrá hacerse desde el exterior del cubículo, por razones obvias. Dada la singularidad del hecho, para que no se lleve a error, unos minutos antes de la anulación del uso del ascensor, se le recordará con una llamada al teléfono cuyo número usted nos indique a continuación.

Sintiéndome justa y utópicamente en el papel de Claudia, dicté las cifras de su  móvil.

La voz, con acento sudamericano, se despidió.

Salí de la casa.

Durante los siguientes días,Claudia me llamó sólo una vez, para precisar que a las dos del viernes estuviese allí para llevar al aeropuerto a Miguel a las tres, ( el servicio libraba hasta el lunes). Claudia había concretado con su marido que mientras yo le acompañaba , ella cerraría la casa correctamente.

-Una vez lo acompañes y traigas el coche , te pierdes nena, ya sabes….- y sin más colgó.

Esta frase me la repetí innumerables veces, imitando su voz, cada vez en un tono más y más agresivo.

Esos días retroalimenté mi ira pensando una y otra vez  que  aunque Claudia conocía mi amor por su marido, tan poco le importaba mi opinión y tan segura estaba de mi servilismo, que no dudaba en utiizarme; es más , se jactaba de ello segura de mi sumisión.

Pues se cambiarían las tornas.

Yo gozaba urdiendo aquello, como cuando de pequeña escondía un dato, esperando el momento exacto en que sacarle partido.

————

LLegó ese viernes.

-Vamos – me espetó Claudia- bajate ya , que eres de un lento… son casi las tres¿no oyes a Miguel?

Se escuchaba un claxon impaciente.

-Estoy deseando, jaja -Claudia hablaba acelerada  moviendo sus dedos inquietos- me las va a pagar ese D. Juan de pacotilla,lo voy a poner como el cordero del sacrificio,  a mis pies.Si ,a ese Alfredo que me despreció por » poco intelectual», cuando yo era una chiquilla insegura . A ese que, según me contaba Miguel, se jactaba  con sus amigotes de buscar alguien más profundo..Me marcó esa apreciación del muy imbécil;si, por su culpa me ví incapaz de estudiar y me casé tan joven, por culpa de ese imbécil…

Mientras ella cerraba puertas yo esperaba, con el corazón galopando,la llamada de la compañía de los acensores;Por fín noté la vibración del móvil de Claudia en mi mano sudorosa. Me refugié en el recodo del pasillo..

-¿ Diga?

– ¿Es usted la propietaria?- la furia se me enganchó en las tripas , porque me pareció que la voz sudamericana gritaba.

– Siii- respondí airada.

– En unos minutos cortamos la corriente eléctrica del ascensor para su revisión. Recuerde que se iluminará de forma ostensible y que estará inhábil una hora. Se reanudará su uso y se podrán abrir las puertas presionando el botón de llamada desde el exterior.

– Vale – y le colgué.

Me acerqué al pasillo en cuyo extremo Claudia ultimaba detalles.

– Te dejo las maletas en el ascensor , yo me bajaré por las escaleras. En tu bolso  dejo el móvil que buscabas. Diviértete.

–  Adios , yo ya casi estpy…

Sonreí comprendiendo que la escuchaba por última vez.

Arrancando el coche se cumplieron los minutos que faltaban.

– Que raro-comentó Miguel- me ha parecido ver una luz fuerte por las cristaleras de la bajada del ascensor.

– Yo no he visto nada -le contesté respirando ya tranquila.

– ¿Le has recordado a Claudia  las pastillas de su taquicardía?

– Claro…

Esta vez he incumplido-pensé mientras las acariciaba en mi bolsillo junto al móvil silenciado de mi amiga.

Nos alejamos.

Días después, en el apartado » Sucesos » del periódico Ideal, apareció la noticia del fallecimiento de una mujer en el ascensor particular de su casa, víctima de un ataque al corazón.

Consideré que la vida, aunque algo forzada, se presentaba justa conmigo.

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En casi un año de  nuestro matrimonio , Miguel se había ido agriando por una mezcla de nostalgia y de falta de convencimiento.

Las situaciones incómodas se sucedían cada vez más frecuentemente:

– Te he dicho mil veces que no te pongas la ropa de Claudia, te queda grande , te queda mal- me regañó un día.

Ambos sabíamos que era una manera torticera de herirme.Intenté banalizar , y coqueteando forzada le respondí con un tono de voz más agudo del normal.

– Es broma tuya ,no? Me queda bien….-yo sabía que no.

Nada entre nosotros había salido como yo esperaba;aunque en principio, cuando me pidió casarme ,(porque » no soportaba la soledad» ) pensé que mis deseos se habían cumplido, pronto ví la realidad.La sombra de Claudia lo minaba todo: los espejos del vestidor me quedaban altos y no me atrevía a bajarlos; los zapatos que me empeñaba en usar, por mucha plantilla que pusiese, me hacían desgarbado el andar.Pero yo no podía resistirme a imitar ese adorado patrón.

Llegó el día del principio del fin.

 

-Han llamado esta tarde  para la revisión anual del ascensor- Miguel sorbiendo su poleo menta, me mira fijamente .

En un movimiento excesivamente brusco casi vuelco mi gin tonic. Intuí el futuro como si el castillo de naipes que había conseguido comenzase a caer

.Me culpé por no haber estado atenta al detalle de la fecha y la  dichosa revisión .

– Pues muy bién…. -disimulé.

Tras un minuto  de silencio,Miguel dejó su taza sin acabar y siguió con ello; me exasperaba esa manía suya de parar y continuar..Me sentí algo mareada, quizás fuese  la copa..

-Dicen que el año pasado la hicieron  en la misma fecha, fijate, justo ese día…..-me miraba sin pestañear-  le he  preguntado  a la señorita, que parecía sudamericana , que con quién hablaron y  me ha asegurado que fue con la propietaria.

Silencio.

-¿Sabes qué?- siguió-Cuando me ha explicado el protocolo, he entendido  a qué respondía esa luz fuerte que ví por la cristalera. Aparece cuando cortan el suministro eléctrico. Si Claudia  sabía que era así ¿cómo es que cogió el ascensor?

– Se le olvidaría..- mi voz creo que tembló.

-Imposible, me ha dicho que llaman siempre  minutos antes de cortar para recordarlo-  hablaba cada vez más severamente

Silencio.

-¿ Se encontró el Iphone de Claudia?

Decidí que debía aparecer el móvil  para acallar sospechas ; en él se verían las llamadas de Claudia y Alfredo con lo que, teniendo suerte  y con mi ayuda,Miguel conocería la infidelidad y dejaría el tema de su sospecha.Sonreí confiando en ello

Desde  que  le  devolvi el móvil de Claudia, afirmandole que  había estado guardado como reliquia,pasaron varios días en los que no me mencionó nada ni  sobre el tema de los amantes. ni sobre la revisión; en realidad, apenas me hablaba

.Como me esperaba, no había acabado con el asunto, como buén arquitecto todos las piezas tenían que cuadrar para dar algo por concluido y en el caso de la muerte de Claudia el puzzle tenía deficiencias.

 

– No es lógico- me explicó convencido- que la última llamada del móvil de Claudia  fuese cuando habló  con la operadora de la revisión del ascensor. Si  se iba con Alfredo, viendo éste que no aparecía ,la habría llamado. Iré a la compañía de la revisión, lo oiré , y sabré…..

Me miró con odio,cogió la chaqueta y salió, ambos sabíamos la voz que aparecería en la grabación..

Desde luego  hace un año no era yo la propietaria a quien informaban del asunto del ascensor, ni lo era entonces ni nunca llegué a serlo: la sombra de Claudia es demasiado alargada.

Ahora que todo ha acabado,veo la sucesión de circunstancias como las piezas de un lego que se mueven hasta alcanzar una inevitable y fatídica imagen final.

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