UN DIA DE PRIMAVERA

Por Isabel Pascual García

Una fuerte tormenta se produjo en el pueblo: remolata, fuerte lluvia y granizo bajaron de aquella nube negra que entró por el oeste, como todas las que descargan en Santa Amalia. En cuanto cesó la tempestad nos echamos a la calle con nuestras botas katiuska a disfrutar de los charcos que se formaban en el empedrado suelo y por el agua que corría por el medio de la calle. ¡Mira lo que se ve allí en la plaza! -dijo mi hermano Miguel, ¡vamos a ver!

Es una cría de cigüeña que se ha caído del nido de la torre -agregué yo. Está herida, -contestó Miguel.

“Entonces recordé que, al ver a una mujer embarazada, le pregunté a mi tía Laura: ¿por qué está tan gorda Julia?

Ella me respondió: porque guarda el dinero para que la cigüeña le traiga en niño”.

Sin pensarlo dos veces la cría de cigüeña entró en el corral de mi casa, con la única condición de que nosotros dos nos encargáramos de traerle la comida adecuada. Desde ese día en cuanto teníamos un rato libre nos escapábamos a la laguna de la Mesta (recibe tal nombre por ser el descansadero de la trashumancia, que los pastores venían con el ganado al pasto de Extremadura desde Castilla-León a pasar el invierno) a buscar renacuajos y al lejío a coger gatinos muertos, que para controlar la prole se solían matar recién nacido, sin que los niños lo vieran.

La cigüeña se hizo adulta, necesitando cada ver más alimento, por lo que no podía seguir en casa, tampoco se le podía dar libertad porque con el ala rota no volaba. Un mal día desapareció, diciendo mi padre que se la había llevado la Guardia Civil para cuidarla. Después nos enteramos de la cruda realidad: Le habían pegado un tiro.

RELATO DEL TALLER DE:
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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Carmen

    En el relato Un día de primavera me gusta como a traves de este pasaje de la vida se transmite la inocencia infantil para dar como ciertas las explicaciones sobre hechos que hoy día nos parecen inverosímiles.
    Me gusta.

  2. Isabel Pascual García

    Hola Carmen. Sí, así es. He querido reflejar en este pequeño relato el amor que sentía y sigo teniendo por los animales indefensos. A mis setenta y cuatro años tengo en casa un gorrión caído del nido, ocho gatitos recogidos de la calle y dos perritos que ya han fallecido de mayor.

    Gracias por tu comentario.
    Un saludo. Isabel

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